martes, 7 de abril de 2009

*┬ ♪ Hola, Soy Betto Malatesta ♪┬ * Segunda parte


Ahora, luego de las cojudeces dichas en el post anterior, subamos el tono de mis defectos con cosas más serias, y vayamos con mi marca personal… Soy un confeso antisocial. Si bien es cierto que no lo pareciera, es porque el tratamiento psicológico y las variopintas terapias (este blog, el gimnasio, la banda de rock, las peleas de valetodo, etc.) me han ido quitando un poco esta conducta (obvio que nunca del todo, jamás!!!). Pero si, quienes me conocen saben que detesto a la gente y no soporto más de dos minutos en un lugar donde se haya concentrado un número superior a diez personas. Claro que cuando estoy con algún amigo paso por alto eso, y me cierro mentalmente a mi grupo, pero si estoy sólo olvídense, me largo de ese lugar en segundos, se me hace intolerable el seguir ahí con tantos humanos, estúpidos, aburridos, ordinarios, nacos, incultos… AGGGG!!! De sólo pensarlo agradezco estar justo ahora encerrado en mi cuarto. Además, como ya dije antes, jamás intento hacer amigos de buenas a primeras, no soy de ir por ahí buscando la amistad del mundo, cantado como recién operado del cerebro esa idiotez de “yo quiero tener un millón de amigos…”. Tremenda babosada, yo quiero tener un millón, pero de dólares, para largarme a una isla y no tener que verle la cara a nadie más. Nunca me ha gustado eso de entrar en un grupo nuevo, por invitación de alguno de mis pocos amigos, y ponerme a hacer migas con esos extraños, platicando de tonterías con tal de caer bien… next… por el contrario, prefiero alejar a la gente que estoy por conocer, poniéndolos sobre aviso respecto a mí mismo, si insisten en conocerme, o les parezco interesante, bueno su problema, mientras no me molesten, puede que hasta me terminen cayendo bien.

También soy depresivo. Así es, pese a que quienes me conocen dirán que todo el día estoy riéndome, o burlándome de alguien, pero en cuanto me quedo sólo obscuros pensamientos llenan mi cabeza de voces negras y brumosas telarañas que se tejen entre… ejemmm… ejemmm… Perdón estaba divagando, el punto es que soy depresivo, y bueno no hay más que acotar aquí, todos saben lo que es la depresión, ¿no? y bueno, si no lo saben, lean un poco más y culturícense, bestias.

La cuestión no reside únicamente en que me deprima constantemente, y que mis ánimos terminen nadando en las pozas subterráneas de petróleo, sino que además tengo tendencias suicidas (¿alguien notó el nombre de este blog? ¿alguno? ¿sí?). Ya perdí la cuenta de las veces que lo he intentado tomando sobredosis de pastillas (incluso ahí, conversando con mis amigos en la universidad, esa ocasión mi conteo llego a casi cuarenta, pero no me hicieron nada ¬¬ pinche resistencia), haciéndome cortes en las venas (duele un chingo, si no lo haces rápido y bien decidido, pues mejor no lo hagas… ejemmm… ejemmm…) arrojándome del tercer piso (bueno, esto sólo lo intenté una vez, pero me dio vértigo y me bajé xD), tomando veneno para ratas mezclado con agua mineral sin gas (hay que tener estilo hasta para morir), tomando lejía o destapacaños a pico de botella (esa mierda no la pude ni terminar de intentar el puro olor me hizo retroceder), ahorcándome con una correa del marco de mi puerta (fue mi cuarto intento, lo recuerdo porque descubrí, corroboré en realidad, que la asfixia es una de las peores formas de morir, no resistí más de cincuenta segundos ahí y la propia desesperación por el dolor en mis pulmones me hizo literalmente treparme a fuerza bruta por la correa hasta lograr sacarla de la viga), y otros que leía en internet pero a la larga me resultaban aburridos. Yo siempre he pensado que si la llegada a este mundo es todo un acontecimiento, pues la partida del mismo debe ser un espectáculo aún mayor.
Soy un pirómano confeso, adoro el fuego desde muy pequeño. Mis inicios en este arte fueron por curiosidad, pues empecé quemando mis juguetes para ver si aguantaban como en la televisión, los embates de las llamas, y salían bien librados sin mayor daño que una cola chamuscada o un poco de hollín en las ropas. Pero no era así, el plástico se derretía y la parte encendida, totalmente ennegrecida y humeante prendía una bonita flama azul. Con el tiempo perfeccione mis artes incendiarias y descubrí las formas de quemar mis juguetes en medio de mis juegos infantiles, sin que hubieran huellas notorias que me delaten, aunque una vez le prendí un fogonazo a la alfombra de la sala, cuando quemando unos muñecos de Dragon Ball (los que más fácil ardían) el fuego se me descontroló y tuve que dejarlos caer, prendiendo las fibras sintéticas en un segundo. Por suerte el fuego nunca me ha puesto nervioso, así que fui a la cocina por un trapo húmedo y lo puse sobre la llama, extinguiéndola en un santiamén, pero dejando una evidente marca de plástico negro y derretido en ella. Con el pasar de los años he aprendido muchas formas de iniciar un incendio, controlarlo, propagarlo, avivarlo o detenerlo (aquí cabría una anécdota en una cocina, preparando choclo frito, en un departamento, suscitada en un viaje a Lima, pero naaa…). Sigo amando el fuego y saben algo, sé que siempre estaré atrapado por su encanto, hasta el día en que una de mis bombas molotov o mis bombillas rellenas de napalm casero, por fin hagan arder hasta los huesos a tantos humanos que detesto (la lista tiene más de cuatrocientos ochentaidós nombres hasta el último conteo y día con día sigue creciendo… necesitaré muuuuucho napalm u_u ).

Como se habrán percatado, y si no lo han hecho son idiotas, también tengo tendencias psicópatas. Esto lo pensaba hace mucho tiempo, cuando era pequeño, porque todos mis dibujos implicaban desmembramientos, mutilaciones, asesinatos, monstruos cazando personas, demonios devorando cadáveres y cosas así. Pero cuando crecí y todos mis dibujos seguían en la misma senda, opté por hacer algunos test de esos que ofrece internet (si bien no son fiables, puedes apelar a hacer todos los que encuentres, y si ves que todos coinciden con un mínimo margen de error, pues algo de demente has de tener). Así terminé probando desde test de personalidad en la página de Cyzone (¬¬ me gusta verme bonito ¿algún problema?), hasta el famoso test Rorschach, y todos me definían (obviamente contestando con la más absoluta sinceridad) como un sociópata o un psicópata. Es más, parte de esa tendencia se evidencia en que no tendría reparos en comerme a mis amigos (previa matanza) si el hambre me lo pidiera. Como es de esperarse no puedo andar por ahí diciendo, “hola, soy Betto y soy psicópata”… por lo que mis más sanguinolentos deseos se limitan a mi mundo imaginario, aunque quizá llegue el día en que me anime a matar a alguien por la sola experiencia de arrebatar una vida. De momento lo único que me detiene es que no me gusta la idea de ir a la cárcel, no quiero morir en una reyerta contra la policía porque quiero conocer París, y sobre todo, porque no estoy seguro de poder matar a alguien y ser capaz de detenerme.

Bueno, esa es una sumamente breve (si pendejo, son como 7 páginas de Word ¬¬ ) reseña de presentación de mi persona, obviando referencias a mi baja autoestima, a mi paranoia, a gusto por la carne cruda, a mi deseo de ojalá la humanidad se extinga y el mundo quede para los animales, y otras más que seguro trataré otro día en otro post. Esto ha sido, como dije al principio, una forma muy sincera de presentarme, ahora que conocen parte (porque enumerar todas mis desviaciones psicopatológicas, mis enajenaciones genocidas, mis tendencias sádicas, mi empatía por las figuras demoniacas y mi antropofagia, pues me tomaría muchísimo tiempo) de lo que soy, pues pueden decidir por ustedes mismos si acercarse o no, cuando haya la oportunidad de conocernos. En todo caso, lo que deben tener presente es que soy radiactivo, contagioso e infeccioso, grave, crónico y transmisible por herencia, soy todo lo que nadie desea... sencillamente soy Betto Malatesta.




No hay comentarios: