sábado, 24 de julio de 2010

El conejo en la Luna


Hace un par de noches se me ocurrió salir a la calle con mis lentes de medida… sé que no sonará nada trascendente el que lo haya hecho, pero debo aclarar que al igual que mis retenedores post-ortodoncia, pues casi nunca los uso…
En fin, no entraré a debates estéticos vs. beneficios obvios de su uso, pues el punto aquí es que pude ver una preciosa luna llenecita, redonda y bien iluminada, como no veía hace mucho…

Generalmente –cuando no uso mis lentes- veo la luna como una mancha brillante sin mayores detalles, una suerte de foco bastante grande y puesto en un lugar bastante lejano, pero no percibo su silueta exacta ni esas manchitas que tanta curiosidad me despertaban de pequeño… y eso que adoro la luna…

Precisamente esas manchitas volvieron a aparecer mágicamente ante mis miopetizados ojos, trayéndome algo de la nostalgia de días infantiles en los que lo que más me preocupaba era llegar temprano del colegio para ver Pókemon… Y es que cuando era pequeño y salía por las noches a reunirme con mis viejos amigos -y ahora sencillamente vecinos- y comenzábamos con los juegos y las charadas propias de pre pubertos inquietos e hiperactivos, pues más de una vez nos quedábamos pegados al brillo de ese místico astro que circunspecta nuestra tierra…

Nos imaginábamos volando como Superman hasta llegar a ella y descubrir quizá una nave alienígena que luego serviría de escenario a una pelea épica contra algún “marciano” -para nosotros no importaba si el pobre extraterrestre venía de Plutón, siempre sería un “marciano”-. Y otras tantas nos quedábamos simplemente mirándola y adivinando las caprichosas formas que los cráteres le daban a su superficie monocromática…

Una de las que más recuerdo es la del “conejo en la luna”… era tan común el entablar tema de conversación con algún –especialmente con alguna- nuevo vecino a la voz de “manya, oe’ ¿has visto que en la luna hay un conejo?”… Y luego todos como si alguien viniera y nos moviera las cabezas, dirigíamos nuestros ojos ignorantes más que inocentes hacia el cielo por entonces despejado.

Hace dos noches, con la vista reforzada por dos plaquitas de resina polarizada, volví a quedarme parado en una esquina, mirando fijamente a la luna y casi intuitivamente volví a encontrarle esa curiosa forma de conejo orejón…

Estoy pensando usar mis lentes más seguido a ver si vuelvo a encontrar la estrella rojita a la que de mocoso le juraba lealtad convencidísimo de que era una nave espacial…


miércoles, 21 de julio de 2010

Boatswain... razón tenía tu dueño...





Aquí reposan
los restos de una criatura
que fue bella sin vanidad
fuerte sin insolencia,
valiente sin ferocidad
y tuvo todas las virtudes del hombre
y ninguno de sus defectos.

George Gordon Byron, sexto lord Byron



Me ratifico en mi idea de que el mundo debe ser de los animales y únicamente de ellos… la gente sigue echando todo a perder –perdón - ¡seguimos! echando todo a perder… Las últimas semanas estuve al pendiente del desastre petrolero en el Golfo de México y eso se juntó con algo más cercano a mi realidad, pues un río que pasa en la región en donde vivo dio positivo en los análisis de contaminación por metales pesados y químicos propios de la industria minera.

Unas cuantas monedas en el bolsillo no garantizan la sostenibilidad del planeta, señores… de nada sirve ser el hombre más rico del mundo si ya no se tiene nada en que gastar ese dinero, y cuando digo “nada” me refiero a cosas realmente importantes, no al último modelo de reloj Bulova con enchape de diamantes ni al nuevo Ferrari con motor nuclear y timón de marfil –otra crueldad animal por cierto- sino a cosas realmente necesarias como agua y comida.

Una cuenta bancaria de mil millones no sirve si no quedan alimentos… tampoco sirve si toda el agua resulta imbebible… Algunos dirán que con el dinero buscarán soluciones alternativas como la manipulación genética de sustancias para producir algún producto que supla los requerimientos diarios de proteínas, carbohidratos y vitaminas… o sea una mazamorra de vitaminas con sabor a aserrín y que cuesta cinco mil dólares la onza… Wow, creo que exageraba y ya no hay nada de que preocuparse… ¬¬

No! El dinero como tal no tiene sentido, es una mera representación física del potencial económico que conserva un Estado, es un mísero papelito verde que vale tanto como un pedacito de papel higiénico –creo que en determinadas circunstancias éste último es más valioso aun- pero que por el respaldo que tiene en las arcas del gobierno enloquece a todos mientras más ceros tenga hacia la derecha… pffff… No hay mejor sistema que el trueque, la humilde permuta en la que lo que recibías valía tanto como lo que dabas... qué días tranquilos…

Pero bueno… el punto es que se habla tanto de la inteligencia humana, su capacidad para transformar el mundo… como si el mundo necesitara ser transformado… ¿Acaso en los 4.600 millones de años que tiene el planeta, ha necesitado que una especie lo “transforme”? Para eso se basta a si mismo… Además todos parecen haber olvidado que el equilibrio del planeta es tan delicado como el cristal más fino… y la mínima alteración produce efectos harto peligrosos…

Así tenemos ahora una temperatura en aumento a causa de nuestras emisiones contaminantes, un mar donde el plancton, base de la cadena alimenticia marina, está desapareciendo; bosques enteros que son talados; ecosistemas vírgenes destruidos por construir en su lugar una planta hidroeléctrica; especies depredadas por puro vicio comercial y sin necesidad real alguna… Y el hombre tan campante, levantándose todas las mañanas, indiferente a lo que sucede…

En todo el mundo ya se notan las alteraciones climáticas fruto de nuestros actos… olas de calor en toda Europa que cada año son más fuertes y peligrosas, tanto para los animales como para las propias personas… En otras partes del mundo sequías intensas que encarecen el agua mucho más que el combustible –otra chorrada que ya debió ser dejada atrás hace tiempo, mucho adelanto tecnológico y aún las petroleras meten presión a los científicos para que no fabriquen un medio más limpio para generar energía motriz-… En otros lados, como en mi país, heladas terribles que diezman a la gente más humilde…

(…)

Soy un fiel creyente de que si el mundo hubiera sido de los animales, pues podría ser todo lo salvaje que quieran… pero al menos estaría sano… sería un mundo donde se mata por necesidad y nunca de más… un mundo de agua limpia… un mundo donde no existirían las palabras “en peligro de extinción”… donde el equilibrio natural fuera imperturbable – a menos que cayera un meteorito pero eso no es culpa de nadie, bueno si, de las fuerzas gravitatorias de la aleatoriedad-…

Cuando Dios decidió poner vida en el mundo, primero hizo a los animales, para que todo lo que había hecho antes, agua, tierra, cielos, tuviera un propósito mayor… el de ser un eterno vestigio del milagro de la creación… Al final… entre que andaba descansando y distraído observando el regocijo de vida que se presentaba ante Él, se puso a jugar con el barro, haciendo muñequitos, pensando quizá en otro animal que embelleciera el mundo que había hecho… pero de pronto un estornudo lanzo las miraclo-bacterias sobre el monigote de barro y se oyó por primera vez en el mundo “¿Señor?”… seguido de un muy cierto “Caraj…, ejemmm… Sí, hijo mío…” Ya como no le quedaba de otra, pues no es su estilo el destruir lo que hace, le tuvo que meter el cuento de que lo hizo inteligente para que domine a las criaturas del mundo y bla, bla, bla…

Qué le quedaba decirle… era un triste muñeco de barro… no respiraba bajo el agua, no volaba, no era fuerte, no tenía veneno para defenderse de los depredadores, no temía sensores térmicos ni tenia ecolocalización… Triste monigote… sabrás sumar pero te apendejas con ver una araña… pero denle un estoque y un capote y bien valiente se vuelve frente a un toro previamente golpeado, confundido y hambriento… ¬¬

Por eso si me dicen animal… francamente yo no me ofendo… más me ofende a esta alturas que me digan que soy humano…



jueves, 8 de julio de 2010

Los frenos de llevar frenos


El post anterior era una suerte de aviso sobredimensionado a la colectividad, en el que informaba la culminación de mi tratamiento de ortodoncia. Bueno, el punto es que casi al final del mismo reconocía que había omitido muchos aspectos de llevar brackets y pues tenía la intención de hablar un poco al respecto, así que hoy tocaré sólo un punto que si bien, y es una experiencia personal, no resultaba el más incómodo, si tenía sus momentos de “trágame tierra”…

…Llevar brackets te vuelve inseguro ante el sexo opuesto…

Seguro aquí saltará más de uno –si me llega a leer más de una persona- aduciendo que no importa como luzcas pues lo importante es la personalidad… el archiconocido “todo es actitud”… Bluf… patrañas, embustes todos y mentiras…

Cuando tienes una cadena de bicicleta enrollada en las muelas, es complicado sentirte Brad Pitt… y no es que te llegues a sentir como el patito feo, o que la gente te señale por la calle como si fueras algún fenómeno salido de las carpas del Circo de los Hermanos Fuentes Gasca… es sólo que TU te sientes raro, sientes que aunque nadie te mire, todos se han de estar fijando en tus dientes, te parece que cuando hablas con alguien esa persona no te escucha y sólo intenta ver si puede reflejarse en alguno de los fierritos que se asoma de tu boca cada vez que la abres… es casi una paranoia y aunque a nadie le importa lo que traigas pegado a los dientes, a ti se te hace un asunto de mayor trascendencia que el derrame de petróleo en el Golfo de México…

Es cierto que la sociedad ya no es como hace escasos 10 años, en los que los tratamientos de ortodoncia eran un gag recurrente en la televisión para identificar al nerd, al perdedor del grupo, al chico patético que se queda sin cita y a la fea de turno de la que todos se burlaban en las series juveniles. Ahora todos actúan con mayor madurez respecto al tema, inclusive cuando se los ponen a los pubertos de la secundaria ya no se escuchan los típicos insultos de mis días de escuela como, “mascafierro”, “dientes de parachoques”, “muela e’ fierro”, “boca oxidada”, y otros que como estos carecían de gracia pero por el simple hecho de ridiculizar al eslabón más débil de la pirámide social del secundario todos celebrábamos celebraban con una sonora carcajada. Ahora hacerse un tratamiento de ortodoncia es tan común como hacerse una depilación brasilera, un aumento de busto o una rinoplastia, todo sea por satisfacer la vanidad que se nos cae cuando nos vemos en el espejo.

Y bueno, aunque ya las cosas estén cambiando, y la gente entienda que burlarse de alguien que lleva frenos es tan feo como reírse de un muchacho que lleva una pierna ortopédica por causa de la polio, aún queda el rezago de sentirse vulnerable ante cualquier embate bromista de un avispado transeúnte, y lo que es peor, que te hagan la dichosa broma delante de una muchacha lo suficientemente atractiva como para que te sonrojes y desees tener los increíblemente útiles poderes del Gemelo Fantástico y poder evaporarte en ese momento…


Escena clásica de los Wonder Twins, cuando anunciaban en qué se convertirían para derrotar a sus enemigos...


Y es que ese es el kit del asunto, que a los hombres por naturaleza no nos gusta mostrar puntos débiles ante las mujeres y el llevar frenos es uno, y bien grande, porque te hace blanco de las bromas de algún amigo de tu chica que quiere hacerse el gracioso y ante las cuales sólo te queda reírte como estúpido y pretender que tienes harta correa… y cuando comentas lo pesadito que se puso el susodicho recibes una reprimenda como esta “ay gordo, no seas exagerado, si Armandito es súper gracioso, y además lo hizo con buena onda… pucha si te vas a poner así con mis amigos a la otra mejor vengo sola”… O sea… un huevas al que no conozco de nada viene, se despacha rico con mis frenos, yo me aguanto para no hacerla de tos, y cuando lo comento, ojo con esto à lo c-o-m-e-n-t-o, me echan la charla… Ya quisiera ver a Armandito con los fierros apretándole el hocico…

Otra situación de estas es cuando sales a comer con una chica a la que estas pretendiendo y que ha pasado por alto el hecho de que llevas frenos pues es aparentemente madura y sabe que el resultado en el mediano plazo bien valdrá la pena. Aquí puede pasarte que recién te hayan ajustado los fierros y tengas un dolor intenso al masticar, con lo que comenzarás a gesticular exageradamente con cada bocado, llegando a masticar con la boca abierta y dejándole ver a la dulce señorita tu no tan dulce tequeño con salsa de aguacate. Otra cosa que puede pasarte es que no te duela nada y comas tranquilo, hasta que sientas que es más la comida que hay entre tus frenos que la que acabas de tragar, así que comenzarás a pasarte la lengua por todos lados intentando limpiarte lo más que puedas, te sentirás tentado a utilizar tus dedos, los mondadientes, un hilo suelto del mantel, hasta el tenedor para quitarte los pedacitos de jamón y de acelga que decoran tu sonrisa. Huelga decir que te vas a limitar a sonreír tímidamente por lo resta de la de la velada, ya que una risa es demasiado riesgosa pues podría exponer el curioso ecosistema que está creciendo en tus molares e incisivos.

Con ese mismo temor, si las cosas van bien, la cena estuvo agradable y hubo química entre ambos, te verás limitado a proceder con un beso apasionado al final de la noche, no vaya a ser que ella termine probando lo que comiste hace un par de horas. Así que te harás el tonto un rato, evaluaras si vale la pena el arriesgarte a invitarle involuntariamente el brócoli depositado entre tu canino y el primer premolar con tal de sentir el tibio aliento que exuda su lengua incitante… Al final te contentarás con un besito en la mejilla o un inocente piquito, que al contrario de lo que podrían pensar, no deja a la muchacha creyendo que eres tierno ni un caballero, sino que la deja pensando “O sea… me insiste para salir, le termino diciendo que sí, me lleva a un restaurant caro, me paga la cuenta, me trae hasta la puerta de mi casa y cuando le voy a dar un beso ¿me pone el cachete? Este debe ser maricón”… Intenta llamarla al día siguiente… lo sentimos el número que usted ha marcado ha dejado de existir, no vuelva a intentar llamar de nuevo, gracias…

Tampoco nos podemos olvidar de la resequedad que te dejan los frenos, pues es cierto el mito mis amigos que cada vez son menos los frenos tienden a resecarte la boca, por lo que se te hará habitual el relamerte los labios y terminar turisteando con tu lengua toda tu cavidad oral para humedecerla. Esto que significa, que si vas por la calle sintiéndote Stallone, y ves a una fémina muy sexy, tendrás que relamerte los labios haciendo una mueca que no es precisamente la más sensual de todas, para luego sonreír dejándole ver lo plateado de tu encanto… Si piensan que esta técnica no funciona, pues tienen razón. Hey, pero no todo es malo con esto, al menos ayudaste a la muchacha a llegar temprano a donde sea que estuviera yendo, porque con la impresión de pervertido que le debes haber dejado de seguro corrió sin parar hasta su destino. Bien hecho galán...

Y ya para acabar -porque si me quedara a escribir no llego al concierto que tengo que dar con la banda en 3 horas- está el caso de las chicas plásticas, que generalmente están más buenas que tomarse una cerveza helada al mediodía de un verano con fenómeno del Niño, quienes se caracterizan por la inmediatez de sus fijaciones superficiales, lo que significa que le vale madres si le explicas que sólo usarás frenos por dos meses más y que luego te llamarán de Dolce & Gabanna para que grabes una campaña publicitaria de su nueva pasta de dientes… ellas quieren el hoy y el ahora, y si tu risa ferrosa no puede darles eso, pues pasan de ti. Así tengas el cuerpo de Leónidas en la película 300, la inteligencia de Stephen Hawking o el carisma de Jim Carrey, si ellas detectan la mínima falla estructural descartan el producto que les ofreces… Por algo son chicas plásticas, no?

En fin… como les dije el tema me da para largo, es año y medio de experiencia que escribe… pero ya será otro día, porque tengo que ducharme, mineralizarme y vitaminizarme…

FAMA Y FORTUNA… AHÍ LES VOY!!!!!...

Bueno, en realidad… ducha y jabón!!! Ahí les voy!!!!!!!!!!!!!!




domingo, 4 de julio de 2010

Sonríe... sin frenos...




El 29 de diciembre de un ya lejano 2008, en plenas vísperas a mi primer viaje playero para recibir el año nuevo en las ricas y siempre soleadas costas del norte peruano, me colocaron en los molares las bandas metálicas que eran el preludio de una tortura bucal pronosticada para alrededor de un año. Huelga decir que el viaje que yo esperaba ansiosamente como una bacanal de juerga, playa, surf, ceviche, baile, alcohol y extranjeras risueñas y curvilíneas, se vio matizado por un par de laceraciones en mi pobrecita lengua, fruto de esas malignas bandas metálicas… No podía hablar bien, incluso decían que me apareció un curioso acento caribeño, tenía miedo de liarme con alguna muchacha pues no sabía si de surgir un beso apasionado mi lengua podría responder a los agotamientos de tanta frotación oral, pero no era eso lo peor… lo peor es que era tal la magnitud de mis heridas que NO PODÍA DISFRUTAR DE LA COMIDA!!! Ir a las playas del norte, cuna de ceviches y cevicheros, y no podía comer nada porque el simple acto de masticar era una tortura china del medioevo –léase sin contexto histórico, sólo como uso retórico-.

El punto es que al regresar a Chiclayo, cuatro días después, pude vaticinar que el resto del año no podría ser menos complicado que lo que fue mi año nuevo… ¿Saben qué? Tenía razón…

Mi cumpleaños me pilló con la boca enfundada en metal, y aunque lo pase muy bien gracias a mis amigos y unas cervezas, los días subsiguientes fueron incomodísimos… tenía los dientes apretados, la mandíbula sensible, las encías inflamadas, heridas apareciendo en mis carrillos y para completar el cuadro una jaqueca continua fruto de la presión dental. Tampoco debo exagerar y espantar a quienes en un futuro tendrán que sufrir con los llevar brackets para solucionar los problemas estéticos, pues todo ese malestar va menguando con el paso del tiempo, pues terminas acostumbrándote a ellos… obviamente cada mes te renuevan el dolor y la desesperación durante esas sesiones de martirio odontológico llamadas “ajuste de frenos”… Miedo… yiuuuuug….

En mi mente me alentaba la idea de que sólo tendría que soportar un año con esos metales haciendo corto circuito en mi vida cotidiana… un año miserable… 12 meses de nada… 365 días que pasarían volando… Viví engañado… cuando estaba cerca de mi decimosegundo control mis expectativas estaban altísimas, inclusive cometí la torpeza de ir por ahí comentado que ya me sacaban los “fierros del hocico”… pero igual de grande fue mi decepción cuando oí las palabras de mi dentista, tan punzantes como el chirrido del taladrito ese que usan, informarme que aun debería usar los frenos por 6 M-E-S-E-S M-Á-S… Eso era otro medio año… unos 180 días extra portando el estigma ferroso de tener una dentadura desordenada…

Finalmente llego el último mes en el que tendría que usar los frenos, y justo coincidía con un evento estudiantil, el MOEA 2010, en el que esperaba estrenar mi sonrisa reparada, pero lamentablemente volví a ser embaucado por mis galenos dentales, y tuve que asistir a tamaño evento con mi sonrisa cromada… T_T

Pero como dijo Héctor Lavoe, todo tiene su final, nada dura para siempre… y exactamente hace tres días, cuando la esperanza caía en el ocaso de la resignación… salí de la consulta dental con una sonrisa flamante, blanca cual nácar perlado, y por fin… libre de cualquier rezago metálico…

En esta breve reseña he omitido muchos episodios, molestias y problemas de tener que usar brackets, pero quería aprovechar la oportunidad para decirle al mundo…

YA NO TENGO BRACKETS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! HELL YEAAAAAAAAAAAAAAAH!!!

Bueno, sólo eso…


Gracias.