martes, 14 de abril de 2009

**¨[^` El DETESTÓMETRO ´^]¨**

Parte de nuestro ser humanos, es el contar con una programación prefijada que llamamos personalidad. Más allá de las discusiones filosóficas y metafísicas sobre su origen químico neuronal o como reminiscencia manifiesta de nuestras almas inmortales, lo cierto es que todas son diferentes. Ergo, todos somos distintos unos de otros. Hay mil formas de probar esas diferencias, pero en esta ocasión me ocuparé de los gustos, o mejor dicho, los disgustos. Lo mismo no nos gusta a todos, y por consiguiente tampoco nos disgustan las mismas cosas. Y si bien es cierto que este es un tema muy manoseado en el blogcindario, pues me da lo mismo… sólo quiero enumerar las diez cosas que menos me gustan en todo el plano terrestre…


En la casilla número diez está un tubérculo nacional de tradicional presencia en la gastronomía andina de mi país. No, no crean que es “la papa”, muestren un poquito de cultura general y vean que hay más variedades de tubérculos en el mundo… Bueno, a lo que iba, yo detesto, con una aversión visceral (nunca mejor dicho) al “olluco”… Suena medio idiota, pero así es; nunca en mi vida he podido siquiera tolerar su olor. Francamente no tengo idea de cómo fue que su presencia en mi bagaje culinario se hizo tan indeseable, sencillamente sé que la sola mención a su nombre en un plato hace que pierda el apetito. No es por exagerar pero preferiría la muerte por inanición antes que comerme un olluco. Pero no vayan a creer que es el típico delirio de comensal obseso que ni siquiera conoce el sabor del menú que rechaza, no. En una ocasión, y haciendo un esfuerzo sobrehumano me atreví a probar un guiso que tenía como protagonista a este tubérculo milenario. De más está el decir que tan sólo el contacto del tenedor con mi lengua desato un maremoto en mi estómago… Simplemente no puedo… odio el olluco y lo odiaré hasta el día en que me entierren y de mis abonados restos crezca una bonita planta de olluco… quizá…





En el puesto número nueve, están los desconocidos confianzudos. Sí, esa raza de entes que en un alarde de suma sociabilidad te tratan como si fueran tu siamés, como si fueran tu gemelo, como si fueran amigos desde la cuna jardín… Su forma de actuar es algo que no tolero, y no por el hecho de que yo sea medio (lo de medio es un decir…) antisocial, no; sino que sencillamente me choca que ni bien te presentan a alguien (especialmente los hombres son los que más tienden a hacer esto, porque si lo hace una mujer entonces no es confianzuda, es una facilona), lejos de mantener una conversación tranquila, donde se presente cada uno, se pongan a hacer comentarios fuera de lugar, bromas, burlas, te coordinen la agenda para quedar un día para ir a “echar unas aguas”, te pidan el número de teléfono para “quedar bien pues”, y que te pidan que lleves “amiguitas” si puedes, porque ellos te van a presentar unas “malcriadas” que tienen escondidas por ahí, y para rematarla te pregunten si les puedes regalar un mensajito de texto o sino una llamadita “al toque nomás causa”, y eso si no te piden que les dejes un sencillo para el pozo (entiéndase que te gorrean plata para irse a tomar, ¬¬ sin ti)… No sé ustedes, fácil a alguno la idea le gusta, pero a mí no, al contrario, me incomoda sobremanera tal derroche de empatía… Aunque debo reconocerles algo… presentándose así, al menos son honestos respecto a su peor faceta, así que si te caen bien y te terminas haciendo su amigo, pues ya no tendrás desagradables sorpresas en el futuro… ehmmmm… quizá.




La luz, sí, eso dije, la luz. No me gusta, y no es que tenga complejo de vampiro. El punto es que nunca me ha agradado la luz, es más, hubo un tiempo en el que el exponerme a la luz me producía la sintomatología de una alergia, me lagrimeaban los ojos, me escurría la nariz, me daban estornudos, y me comenzaba a doler la cabeza. A causa de esta animadversión luminosa es que no puedo dejar ni un segundo mis lentes de sol, o un sombrero en su defecto, pues me resulta imposible salir a la calle en pleno verano sin portar alguno (o ambos generalmente) de estos implementos. Es más, debo confesar, como le digo constantemente a mi madre, que yo sería feliz en un mundo donde sólo existiera la noche, y el sol jamás volviera a mostrar su hedionda presencia en el maculado (sí, dije maculado) cielo terrestre.






La sétima cosa que detesto es el exceso de ruido… o hablando en buen cristiano, la bulla… Me enerva lo ruidoso, me pone de malas, me provoca arrancarme los tímpanos o rellenarme los oídos con cemento con tal de que todo quede en silencio. Es frustrante estar acostado en tu cama, durmiendo plácidamente cuando de pronto un animal, bestia, estúpido, idiota, insensato, etc., etc., etc., se aparece a las cinco y media de la madrugada en su moto, corriéndola como si estuviera compitiendo en el Gran Premio de Holanda de 500cc… Que poca consideración con el prójimo… Otros ruidos que me joden a morir son los bocinazos de los conductores. ¿Es que acaso no entienden que por mucho que den un concierto de berridos, nadie va a avanzar si están en medio de un atasco? Es una masacre a los nervios el pasar por ahí, ahora imagínense el estar a bordo de uno de esos vehículos y soplarte todos sus claxon… En vista de ello ahora no salgo a la calle sin un reproductor de mp3, u otro parecido. Y aunque el exceso de ruido en la cuidad, considerado una plaga por muchos (les recomiendo leer sobre la contaminación acústica), se logra colar a través de la música de mis audífonos, al menos lo siento como un aullido distante, y eso me hace pensar que estoy lejos de aquí… aunque sea por un momento.



En el sexto lugar de mi detestómetro, está el esperar. Si bien soy una persona relativamente paciente, joder!, como odio esperar. Odio esperar en la fila del banco, odio esperar en la línea de la caja del super, odio esperar a que lleguen a una reunión, odio esperar que me paguen lo que me deben, odio esperar a que las clases terminen, y odio esperar a que me crezca el cabello (esto último sé que no tiene remedio, salvo que me ponga extensiones, y como no lo pienso hacer pues ni modo)… Lo admito, en el fondo soy un desesperado, agobiado por trastornos de ansiedad, pero es que odio estar parado (o sentado según sea el caso) en algún lugar perdiendo el tiempo. Hay ocasiones en las que he desperdiciado hasta tres valiosas horas de mi vida en una fila para poder llegar a la ventanilla del banco, TRES HORAS!!!! Y todo para que al llegar me digan que ellos no pueden recibir ese tipo pagos y que en todo caso puedo ir a la central de la compañía del cable a cancelar el recibo… pffff… Pero ciertamente nada es tan molesto como esperar por alguien cuando han quedado en reunirse, eso es altamente jodido, porque más allá de ser una notoria falta de respeto, es una desconsideración suprema con quien está sentado en una banca hecho el gilipollas, mirando el reloj cada treinta segundos de la última hora que ya lleva de retraso, pensando en que debe tener una buena razón para demorar… todo para que al final llegue y te diga de lo más natural, que se tardó porque se había olvidado que había quedado contigo… ¬¬ … Aunque hasta ahora lo que más me ha jodido ha sido esperar durante cuatro años, que una persona me tenga algo de respeto y me valore cuando menos un poco, pero como odio esperar, pues me cansé…




La gente ignorante, cochina y falta de cultura es el punto medio de este conteo. Detesto las manifestaciones de ignorancia, me caen como una bofetada, como un puntapié en pleno glande, como un pellizco en las pelotas… ¿Se entiende que me molesta la ignorancia, no? Bueno, pero no crean que hablo de ignorar cuantos bloques de piedra se usaron para construir la Muralla China, o los nombres de los arquitectos egipcios que diseñaron las pirámides… me refiero a la ignorancia cruda y dura de los que no saben cómo expresarse apropiadamente y sin embargo están en la universidad, de los que piensan que Beethoven es la raza de un perro, de los que suponen que la cultura general es una compilación de datos sobre el ejército, de los que dicen “haiga” o le ponen una “s” de más a cada conjugación verbal en pasado y en segunda persona, de los que creen que la película “Legalmente Rubia” merece el Oso de Berlín, de los que afirman que las rimas de Alexis y Fido son mejores que las de Bécquer, y una larguísima lista que no terminaría de enunciar… Mi santa madre dice que la ignorancia es atrevida y se combate con paciencia, hasta que merezca ser castigada con indiferencia, bueno, a veces supongo que la indiferencia por sí sola no basta como escarmiento, yo propondría un bate de softball, hecho de acero, con clavos empapados en veneno de cobra en su extremo, y conectado a una batería que genere cincuenta mil vatios… sólo para empezar… Aquí se ahonda mi desprecio por esos seres (casi) humanos que siendo ignorantes, son además el peor ejemplo de lo que debe ser la vida en sociedad. No tolero ver a alguien arrojar basura a la calle, me saca de mis casillas cuando la gente termina de comer algo y arrojan los restos al piso como si vivieran en un gran basurero. Es peor cuando estos entes extraños están parados a escasos dos metros de un contenedor de basura, y sin embargo esta distancia pareciera resultarles tan grande y tan difícil de recorrer como si se tratara de la maratón de Nueva York, así que hacen una bolita su papel y lo lanzan al suelo. Cómo olvidar también a esos sujetos que teniendo mascotas, lejos de respetar las más básicas normas de convivencia, en lugar de enseñarles a sus animalitos a ensuciarse en su casa, para que luego recojan sus cositas y las arrojen a la basura, los sacan a la calle para que lo hagan en plena vía pública. Bueno, ustedes dirán, pero qué de malo con eso… el problema mis estimados, es que afirmar que los sacan es sumamente literal, porque no “salen” con ellos, bien implementados con bolsas plásticas para recoger sus gracias, sino que simplemente los arrojan a la calle, les cierran la puerta y les dan un margen de dos horas para que vagabundeando por ahí se despachen de lo lindo frente a las casas de sus vecinos… yo no tengo absolutamente nada contra los animales, todo lo contrario, pero a sus dueños los haría recoger cada caquita del suelo con los dientes… eso como calentamiento antes de bañarlos con brea hirviendo mientras los azoto con alambre de púas…




El cuarto lugar lo ocupa la siempre bien ponderada mentira. Aquí coincido con el resto del mundo ampliamente, pues no creo que exista alguien a quien le guste que le mientan. Personalmente trato de mantener mi mentirómetro al mínimo, sólo recurro a mi arsenal de engaños, ardides, y triquiñuelas cuando sé que con ellas no perjudicaré a nadie y obviamente salvaré mi pellejo, pero nunca las utilizaría con el ímpetu de fastidiarle la vida a otra persona, eso es de gente que no vale la pena. Además, hay ciertas cosas sobre las que uno no debería mentir, al menos eso considero yo. La primera de ellas es sobre los sentimientos que uno tiene, jamás se debe mentir respecto de ellos porque eso implica que le ves la cara de baboso/a a alguien, jurándole tu amor más encendido, con la única intención de saciar tus más bajas pasiones y alimentar tu mórbidamente obeso ego. La segunda cosa sobre la que no se debería mentir es sobre uno mismo, porque fácilmente se puede evidenciar a la larga lo que uno verdaderamente es, y no te gustará quedar expuesto al más bochornoso ridículo, por haber pretendido ser algo que no eres… vamos… que nos conocemos… y si te gustan los hombres machos machos y tu nombre es Rodrigo, acéptalo. Y la tercera es sobre lo que piensas, aquí más por una cuestión de convicción personal que por otra cosa, pues mentir sobre tus posturas, ideas y planteamientos es un sinsentido por donde se le mire; es la negación de ti mismo por el único afán de agradar a quien tengas delante… por favor… si te va el rollo beligerante sólo dilo… que apruebas la pena de muerte, la eutanasia, el aborto y te cagas en los derechos humanos, bienvenido sea, en el mundo no serás ni el primero ni el último…



En el top three de las cosas que me molestan, están las muchedumbres. Esas masas informes de gente que como una marea negra se agolpan a tu alrededor hasta asfixiarte del asco. Ya lo dije antes, no puedo resistir ni diez segundos en un lugar que esté atestado de gente, me es imposible soportar la idea de tantos humanos juntos. Si por mi fuera yo viviría feliz sin tener que toparme nunca con más de cinco personas a la vez en el mismo lugar, pero sé que eso es imposible con tamaña sobrepoblación que aqueja al mundo. Mi propuesta ante esto fue tildada de descabellada, abominable y propia de las eras barbáricas… ¬¬ ¿pero acaso no sería efectiva?, pregunté… y me invitaron a retirarme… tanto alboroto por proponer que para disminuir los efectos de la superpoblación se dispusiera la pena de muerte para todos los delitos, haciendo abono con sus cadáveres, haciendo así innecesarias las cárceles, evitándole gasto al Estado para que lo reinvierta en educación, disminuyendo la tasa delincuencial, y mejorando los cultivos con un abono 100% orgánico… claro que incluí en el plan de aprovechamiento de las capacidades fertilizantes de los restos humanos a los ancianos mayores de setenta años, a los enfermos terminales, a los enfermos en estado comatoso, a los indigentes y locos, y en general a todo ser humano que no sea productivo para la sociedad… No me van a negar que el mundo quedaría mucho más habitable si me hicieran caso…




La segunda cosa que odio, y esta sí que me resulta insufrible en extremo es el jodido calor. Desde que tengo uso de razón he aborrecido al calor con cada fibra de mí ser, lo he maldecido y le he jurado que algún día me vengaré de él. Quizá esto sea, junto con mi aprecio (infinitamente superior) por la naturaleza (que por la raza humana), lo que haya delimitado mi vocación ambientalista, considerando que este jodido calor es fruto de la contaminación con extremo desparpajo, que hemos venido viviendo los últimos setenta años. En primer lugar odio el calor porque me hace sudar y es algo que no me agrada para nada, de por sí mi cuerpo tiene una sensación térmica de entre un grado y un grado y medio más que la temperatura ambiente, ahora pónganse en mi lugar y sientan el calor que debo sentir yo. Por eso mi cuerpo debe estar expuesto siempre a un ventilador, una ventana abierta o un buen aire acondicionado (sí, sé que contamina un huevo, pero mi férrea vocación flaquea ante la inclemencia del calor), sino empiezo a sentir esas gotas poco decorosas empezar a asomarse por cada poro de mi cuerpo, lo que me es altamente desagradable. En segundo lugar aborrezco el puto calor porque aparecen bichos por doquier, moscas, zancudos, mosquitos y sobre todo hormigas, hey! Amo a los animales y sé que los insectos también merecen nuestro respeto y admiración, pero no me digan que no les jode cuando están sentados descansando y de pronto oyen zumbidos y minúsculos aleteos por su cabeza, y tratan de despejarse tomando una bebida helada y cuando van a tomar al botella la ven atiborrada de hormigas que al parecer tuvieron la misma idea que ustedes… jode ¿verdad? Y en tercer lugar odio el calor porque a nadie le provoca hacer nada, todos están encerrados en sus casas con sus ventiladores, viendo televisión o recostados en sus camas en paños menores, tratando de refrescarse un poco… así que ni pensar en proponerles salir a jironear por ahí, o ir a algún lugar, no, ni hablar… te dirán algo como “deja que baje un poco el calor y te acompaño”… como si el calor fuera a bajar en los próximos cuatrocientos años ¬¬ … El punto es que si dependiera de mi (agradezcan que no es así amantes de la playa) todo el año sería invierno, y no hablo de un invierno en el Caribe, o de un friecito bastante tropical, nada de eso; hablo de un invierno propio de las estepas siberianas, un invierno frío como en la tundra más gélida, eso sí que sería lindo T_T …



Finalmente, la cosa que menos tolero, que más detesto, que jamás haré y que nunca permitiré es el maltrato a los animales. En esto si me vuelvo yo mismo una bestia, no puedo concebir la idea de un humano maltratando a un indefenso animal, el sólo pensar en eso me provoca salir con una ametralladora y dispararle a cualquiera que se atreva tan siquiera a gritarle a un pobre animalito. A ver estúpidos, acaso es difícil entender que los animales NOOOOOOO están hechos para comprender lo que les decimos… así que ¡¡¡¿Por qué cojones se enojan con los pobres y los golpean cuando no los obedecen?!!! Acaso creen que por decirle a un perro…”oye deja de ladrar y vente para acá ‘inche animal que tengo que salir con la vieja ésta y tengo que amarrarte”… el perro va a pensar, “no pos este mandril se nota enojado, mejor me voy de una vez y si puedo pos yo mismo me amarro con las patas”… No babosos, entiéndanlo bien, el perrito sólo oirá nuestra voz como nosotros oímos sus ladridos, como un montón de ruido, nada más. Por ahí que identifica algún sonido y lo relaciona con un llamado y se acerca, mostrando una inteligencia muy superior a la tuya, porque ese animal al que tratas a patadas ha logrado comprender algo de tu lengua tan extraña para él, sin embargo tu idiota en sus siete años (mal) viviendo en tu casa no has logrado identificar ni un solo sonido o gesto que hace… ¬¬ … ¿Quién es el animal, eh? Dios, como me choca la gente que trata mal a los animales. Sé que en el mundo hay mucha gente que lo hace, algunos por puro y enfermizo vicio, otros porque les pagan por hacerlo (pienso que estos son los peores… sí peleteros y toreros, les hablo a ustedes) y otros tantos porque no lo ven mal por tratarse precisamente de eso, animales (que según ellos son criaturas inferiores, no piensan, no sienten, y blah, blah, blah, mil pretextos más), y sé también que es muy difícil que esta realidad cambie alguna vez, pero estoy convencido que algún día la naturaleza tendrá su revancha y ya de plano si estuviera en mis manos, a cada uno de los que alguna vez ha maltratado a un animal, más le valdría desintegrarse en una nube de polvo, antes de que yo lo encuentre…



Bueno, esas son las diez cosas que menos me gustan en todo el mundo, unas son plenas idioteces, y otras cosas que seguramente alguien más compartirá, el caso es que desde mi óptica, el mundo estaría mucho mejor si todas ellas desaparecieran… pero… como esto no será así… sólo queda poner en práctica la famosa dieta del ajo y agua… a joderse y aguantarse…




1 comentario:

Anónimo dijo...

ahh chingao edson yo no kic q speraras tanto tiempo en mi bankita d afuera ese sabado dl nsayo xD s mas si t dij pa q ntraras aunq sea pa q gorrees un poco d intrnt pro bueeno xD ...q const xD