jueves, 26 de marzo de 2009

*~``Némine Discrepante´´~*



Música recomendada para acompañar la lectura de este post. Lisa en el espejo del gran grupo peruano "Mar de Copas"...no se me ocurre una mejor canción...




Se decidió a no pensar en esa persona, a ignorar que existía y pretender que jamás lo hizo. A pasar de largo en su camino, a mimetizar sus palabras para que no volvieran a mencionarle. Se decidió a no mirar más a esa persona, a cerrar sus ojos con los párpados abiertos cuando la tuviera delante. A tapiar con soplos de viento sus oídos cuando aquella hablare. Se decidió a no saber más de esa persona, a evitar toda mención de su nombre siquiera. A tenerla como un fantasma, como un alma penitente que nunca ha estado.

Tanta fue su decisión de eliminar de su ser a esa persona, de suprimirla y borrarla, de desaparecerla de cada uno de sus poros; tanta fue su decisión que terminó por olvidar que alguna vez la conoció.

Tal fue la fuerza de su olvido que la fue haciendo desaparecer más allá de su intención, más allá de su convicción férrea de ignorarla. Sus ojos ya no la veían, sus oídos ya no podían escucharla, su nariz ya no se topaba con su perfume, su cuerpo pasaba a través de ella como pasa un suspiro rasgando el aire. Más fuerte que la física y las leyes de la materia era el voto de olvido que traía a cuestas.

Tal fue la fuerza de su indiferencia y la vehemencia de su decisión, que la borró de su mundo y del mundo real, al menos para él, y con el tiempo para los demás. La volvió arena en las dunas, la hizo pasto en la llanura, la tornó nieve en el glaciar, tan desapercibida que nadie la volvería a notar.

Con el tiempo su rastro en el mundo era menos que la huella de una gota de lluvia en plena tormenta, se volvió un olvido imperecedero y perpetuo como el fulgor de los astros primigenios. Y él pudo sonreír.

Se decidió a no pensar nunca más en esa persona, a ignorar del todo su existencia, a seguir de largo su camino, a no volver a mencionarle, a jamás volver a mirarle, a no prestarle oídos si hablare, a saber menos que nada de ella, a evitar toda mención de su nombre siquiera.
Se decidió a pensar que nunca estuvo, como ya no está, porque ciertamente jamás había estado. Y pudo sonreír.


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