lunes, 1 de diciembre de 2008

Solus, en sus cuatro primeras acepciones*



Música recomendada para acompañar la lectura de este post.


Hace casi un día mientras merodeaba en los rincones virtuales del escaparate aquel en que me escondo para despistar a mi mente, me encontré con 16 líneas que llamaron mi atención profundamente. Eran sólo 16 líneas, un texto breve, un relato corto sino una declamación interna que clamaba por ser expuesta y, quién dice que no, comprendida. Las repase posiblemente unas 8 veces, y con cada lectura las fui haciendo mías, fui asimilando y asumiendo el rol protagónico de su lírica. Me sentí jubilosamente desdichado cuando culminé la octava lectura a aquellas 16 líneas, infundido por un frío abdominal reconfortante, me animé a animarme. Propuse lo que fue el bosquejo de una sonrisa hipócrita y me deje llevar en dubitaciones sobre esas 16 líneas.

Esas 16 líneas me hicieron recordar a una pregunta que me plantee a mi mismo hace algún tiempo, y la cual compartí con la gente que se tropezaba con mi presencia ausente, virtual y valiente desde la clandestinidad. Si bien nunca obtuve mayores respuestas, las que logré sonsacarle a mi alter ego bastaron, por lo intrincadas y satisfactorias, para comprender que no podré comprenderme cuando estoy buceando en la pez de las remembranzas. Pero no puedo ignorar esas 7 voces que se manifestaron en reflejos motrices manuales y apostaron por un insignificante “sí”. Hoy veo que esas taimadas afirmaciones en se traducen en momentos de apatía estratosférica como este que tú sientes ahora, que yo siento ahora, que él y ella sienten ahora, pero que pocos se han animado a hacer público. Pocos calzan su voz para que se aleje de ellos y recorra tramos insospechados por su cuenta, quizá porque los acechará el riesgo que de sus voces huyan para siempre, o en el peor de los casos, que vayan a buscar un oyente que hace mucho quedó sordo para ellas.

Quedó claro que gusto leer aquellas 16 líneas, no sé, quizá sea que me haya así en aquel preciso instante y no me haya dado cuenta que la identificación con esas 16 líneas no opera sólo por el vano conocimiento del tema a fuerza de reiterarlo...¿Qué se yo?... Quizá tras esta pantalla que refleja las siluetas de seres que no se si existen, estoy sosteniendo un revolver cargado contra mi cabeza ya vaciada de antemano; quizá esté preparando una fresca bebida de raticida en sobre, o quizá esté interpretando una melancólica melodía de violín sobre mis venas usando como arco un escalpelo...Quizá sea todo lo contrario...quizá me encuentre leyéndome a la distancia con una nínfula que enaltece mis sentidos y mantiene mi ego sobredimensionado; quizá estoy viendo una película que rememora viejas glorias jamás conocidas, o quizá simplemente estoy oyendo una canción que nunca dediqué, mientras imagino que yo soy el rock star que la interpreta.

No sé...ustedes mucho menos podrían saberlo... sólo estoy seguro de que entendí perfectamente esas 16 líneas. Aquí, abarrotado en la saturación que infesta las paredes de mi guarida, solo en el mundo de mi psiquis alborotada puedo hacer lo que en el mundo mal llamado real, nunca tendré la oportunidad de hacer, sonreír contento por saber que estoy triste. Porque en el afligido yermo que me representa, no he encontrado nada mejor que acompañar esta soledad con la soledad de otra persona. Lástima de suerte mía, no encontré a esa persona pero me quedé cuidándole su soledad, y cuando intente juntarla con la propia me di cuenta que había pasado demasiado tiempo…mi soledad también se había ido. ¿Alguna vez te has sentido tan solo, como para pensar que ni siquiera tú estás contigo?...Preguntaste…Sí, desde que te conocí, todos los días.


*El presente post está inspirado en el texto "Sola", de la gran escritora Melissa Ramírez Arévalo. Ciertamente los invito a leer su blog "Entre calles y borrones", no tiene pierde. Y a ti amiga, ya te lo dije animos, que debemos avanzar para ver como caen los rezagados.

2 comentarios:

Mel dijo...

Lograste que una lágrima invisible bordee mi rostro, que mi grito silente se vuelva eterno y compartido por alguien que sin duda se merece mi respeto y estima. Le has hecho entender a mi alma, a mi jodida y estúpida inspiración que no estoy tan sola como pensé, que finalmente como tu me dijiste en una noche de conversación cibernética, "te acompañaré con mi soledad" debo decir la mejor soledad, esa que permite conocernos en la profundidad del alma, donde se exige la existencia de compañeros que aplaquen la pena o que se aúnan a morir con ella. Hoy lobo por unos instantes promovidos por un buen pedazo de escritura virtual me he dejado de sentir sola, pues la voz de un buen escritor, ha calmado mi tristeza, la voz de un amigo, de esos que al parecer ya no hay.
Muy bien hecho lobo, casi casi lograste que la lágrima se vuelva real y perceptible al ojo humano.
Millones de éxitos...y gracias por recomendar mi blog :)

Jonathan dijo...

"¿Alguna vez te has sentido tan solo, como para pensar que ni siquiera tú estás contigo?...Preguntaste…Sí, desde que te conocí, todos los días."

Mierda :(