domingo, 8 de agosto de 2010

Die puto ladrón... die...

La delincuencia es una pendeja que patea las pelotas indefensas y bien rasuradas de nuestra enclenque sociedad…

Y es que ya no hay paz en el caminar de quienes quieren ingenuamente disfrutar de las bondades alcohólico-músico-amicales que se encuentran por la noche. Y digo esto con conocimiento de causa, con pruebas de primera mano, y avalado por todos aquellos que han querido alguna vez divertirse amparados por la luna y han terminado tiritando más de miedo que de frío, abochornados más por la impotencia que por las copas… Vaya… que a la gran mayoría, sino a todos, se le ha jodido alguna vez la noche por un puto ratero…

Hablo –bueno, escribo- con la frescura de los acontecimientos, como dice Lalo Archimbaud, “calentita chocherita”…

Y es que anoche se suponía que sería una noche chévere, bacán, o sea tu sabes… Anoche celebrabamos el cumpleaños de Gian, y se suponía que estaríamos el 70% de la banda –Hugo, Gian y yo- más la enamorada de nuestro bajista y amiga de todos nosotros –Lilo-, reunidos en un pub en el que pronto entraremos a tocar habitualmente para hacer las delicias de los concurrentes, nos tomaríamos unos Machu Picchus con pisco Vargas, un Kamikaze, un Mojito con menta –y con sabor a remedio naturista-, unas cervecitas con calidad de exportación, nos reiríamos de los borrachines entrados en años y que con la nostalgia de su juventud añeja se ponen a cantar todas las canciones que escuchan a voz en cuello, y luego llegaríamos, bien festejados, cada cual a sus casas con los bonitos recuerdos de haber acompañado a un buen amigo en su cumpleaños…

Hasta ahí todo fenomenal… pero el infortunio es como una paloma posada en la copa del árbol que te guarece… te caga de un momento a otro y sólo puedes decir “puta madre”…}

La noche tan bonita y divertida que pasamos, riéndonos, haciendo proyectos musicales, disfrutando del efecto del alcohol –unos más que otros… ejemmm…ejemmm- estaba próxima a terminar. Hallándonos reunidos en una esquina bien iluminada y aparentemente segura, ya estábamos despidiéndonos, dando punto final al jolgorio, cuando de repente, de la nada, surge una figura enfundada en un jersey color naranja y manda a la mierda todo arrebatándole la cartera a Lilo… poco se pudo hacer… Hugo partió raudo tras el truhán pero fue inútil, pues el pendejo delincuente estaba apañado por un mototaxista que le permitió usar su vehículo como medio de escape. Gian quedó sorprendido y no atinó a reaccionar y yo… bueno estaba lo suficientemente en copas como para dar por neutralizados mis reflejos y quedarme parado viendo alejarse al ladrón, la certera y a Hugo.

Este oscuro episodio terminó con una visita a la comisaría de César Llatas, previa parada por el barrio chino a ver si encontrabamos a los rateros, denunciando el robo de los documentos de Lilo para que luego pueda tramitar unos nuevos. Abandonando la comisaría después de 20 minutos, regresamos hasta la casa de Lilo caminando –háganse la idea de que mi ciudad es pequeña, pero fueron alrededor de 20 minutos a paso reflexivo, por zonas algo movidas y a las 3 y 30 de la mañana-, y aprovechamos el trayecto para hablar sobre los rateros y soltar alguna anécdota personal en la materia, matizada por ahí con algún dato curioso de Hugo y de Gian. Por suerte llegamos sin mayores contratiempos y dejando a Lilo y Hugo a buen recaudo, Gian y yo tomamos un taxi para volver cada cual a su casa.

Para mí, la noche acabó conversando con el taxista sobre el problema de la seguridad ciudadana, y la poca mano dura de las autoridades… de ahí llegué hasta mi puerta con cero efecto alcohol, eche una mirada para atrás –por si acaso- y me metí a tientas en la sala, sólo para caer rendido en menos de 2 minutos…

Hora de mi arribo, 4:37 am.


Estoy escribiendo esto y recién acabo de levantarme… mi reloj acaba de marcar la una y cuarenta… y creo que me volveré a acostar en cuanto esto quede posteado...


1 comentario:

Anónimo dijo...

mmm q bonita manera de enterarme too loq te pasoo ayer??? :s. Ross