lunes, 7 de septiembre de 2009

Reflexionando sobre el amor, con la "Mujer Mala"


¿Acaso la miopía afectiva campea entre los corazones dubitativos de nuestra generación, o es conformismo y temor a tomar un riesgo harto necesario?
¿A qué viene esto, dirán los aguzados 4 –ahora con la Mujer Mala, 5- lectores? Bueno justamente es la “Mujer Mala” quien reavivó esta suerte de reflexión empírica en un servidor, cuando anoche, en una de nuestras conversaciones desveladas, llegamos al tema del amor, y en él, a punto específico sobre el cómo reconocer que alguien es LA persona para ti y, obvio, también el cómo saber que alguien no era para ti.
Bueno, entre un ameno y muy interesante intercambio de ideas y posturas respecto de si es posible reconocer la idoneidad de una persona en una relación, no pude evitar el evocar a mi escueta –pero suficiente- experiencia personal para argumentar que esta labor es posible y más aun, sencilla.
En primer lugar, esta un hecho innegable… al principio TODAS las relaciones parecen perfectas, sacadas de un cuento de hadas licenciado por Walt Disney, del argumento de la más empalagosa y trillada novela de Corin Tellado… o sea… azúcar total… Pero, porque siempre hay un pero, cuando al principio todo es color de rosa con motitas amarillo pastel, no siempre se puede mantener perenne esa dulce tonalidad cromática. En el mejor de los casos las cosas irán bien, habrá una buena compenetración, mucho respeto, bastante comprensión, una empatía que les permita entenderse y una rica comunicación que los mantenga atentos a sus emociones y a las del otro. Ahora, también es probable que la situación no tarde en volverse algo más parecido a un tono verde petróleo con jaspeados marrón barro de ciénaga… y es que muchas veces la emoción de conocer a alguien nuevo y que nos demuestre su interés, tiende a obnubilarnos y caemos en la “idealización”, ignorando que no es más que un ser humano con virtudes que resaltamos, pero también con defectos que podremos ignorar, pero que no podremos desaparecer.
Bajo esta premisa, cae por su propio peso la idea de que en una relación, si se ha formado un amor sincero, una necesidad especial del uno por el otro, esas cuestiones que pueden llegar a generar fricción serán afrontadas de forma conjunta y todos felices y contentos pueden salir airosos y tomados tiernamente de la mano. Eso justamente avala mi planteamiento, porque si eso sucede, implica que esa persona que tienes a tu lado te acepta tal como eres, te valora, te respeta lo suficiente como para avocarse a mitigar los efectos de las desavenencias y alguna incompatibilidad, todo en pos de que su relación funcione, en lugar de tirar la toalla y cerrarse en “es que tu nunca me entiendes”. Caso contrario están los que ante estas situaciones intentan moldear a su antojo a su pareja, como si fueran arcilla o un pote de Play-Do… los que piensan que pueden quedarse con lo que les gusta de su pareja, y lo que no pueden adecuarlo a sus preferencias, sin que les importe mucho si con esa variación que pretenden, pueden llevar a la pérdida de la esencia de la persona que tienen a su lado, volviéndolo finalmente un utensilio más…
Aquí puede caber una pregunta muy bien planteada, como la que la “Mujer Mala” me hizo anoche, y la cual literalmente cito:
“perooo...oseaaaa en too kso segun tu teoriaaa... njujujuju kmo t darias knta q es q esa perosonaa no es para tiii solo xqqq despuess d un timeee no van la cosas muy bn.... y si solo es un mal momnto d la relacionnn, toas lo tieneenn nu???y si knvrsando se puee arreglarr!!”
Excelente pregunta, señorita, y cabe que le conteste. En cuestión de relaciones, analizarlas desde una óptica de “momentos” no resulta recomendable, porque los momentos son estructuras temporales que se originan de forma circunstancial. Un día puedes amanecer de muy buen humor y llegar a la casa de tu amada con mariachis, un ramo de rosas, bombones importados y un anillo de brillantes de 5 kilates… pero a la semana siguiente salen a tomar algo por ahí y apenas le habla, respondes monosilábicamente y actúas como si alguien le hubiera puesto una sonda nasogástrica de la talla equivocada. No, no, analizar momentos es bien subjetivo y de resultados muy dispersos por ser tan duraderos como un cigarro en la boca de un chino quebrado, el análisis debe partir de las personas, ya que la relación dependerá de la buena interacción con la persona que tienes a tu lado, y esa interacción se funda en criterios un tanto más profundos y trascendentales.
Para ejemplificar, puedes caer rendidamente enamorado de una muchacha guapa, inteligente, que te encandila con su inocencia y los manierismos de dulzura que transmite, y todo bien… pero cuando logras entablar una relación con ella empiezan los roces a partir de que ella intenta amoldarte a lo que ella espera de su novio. Es decir que terminas siendo forzado a ser lo que ella quiere que seas para valorarte, en lugar de ser apreciado por esa forma de ser única y especial que tienes. En el ínterin de este tira y afloja, pueden haber momentos mágicos, irremplazables, así como momentos de suma tensión, pero no se va a juzgar el futuro de la relación por cinco horas a la semana que se dijeron “te amo”… “yo también”… Hay que ser más acuciosos y preguntarse: “¿Esta persona realmente me valora, o es posible que en cuanto encuentre a alguien que encaje sin tanto esfuerzo en lo que cree querer, me mande por un tubo?”…
El que te suceda esto, y que te termines planteando esa pregunta conlleva a entender que dentro de ti se ha ido mermando la nota constitutiva de respeto, ya que te sientes presionado, frustrado y menospreciado. Esto devendrá en choques constantes, al más puro estilo de una colisión de asteroides, que irán desgastando la relación hasta llevarla a un punto sin retorno, desde el cual, por más que lo intenten o así lo quieran, ya no habrá más por hacer para conservarla a flote, y ambos serán mudos testigos en primera fila, del naufragio de su propio “Titanic”… y como en la dichosa película –mejor metáfora no puede haber- uno se mantendrá a flote y será rescatado de las turbulentas y frías aguas de la decepción amorosa, mientras que el otro perecerá devorado por el peso de la angustia y la melancolía de su apabullante fracaso sentimental.
Bien, esto no implica que si alguien intenta que cambies para bien, debes salir disparado para preservar tu individualidad. Momentito… tampoco seamos extremistas, el punto es que si ese alguien que está a tu lado se preocupa por ti y pretende en tu persona un cambio positivo, por ejemplo que dejes de fumar, que te alejes de amistades no muy recomendables, que ya no tomes hasta quedar ciego, que dejes de evadirte de las clases de la Universidad y que seas más diligente con los estudios, o que te cortes las uñas que en un acto de extrema extravagancia te has dejado crecer en punta y afiladas… pues perfecto, porque eso significa que le importas, y que se preocupa porque estés bien. Además en la vida cambiamos de forma constante, y si esa relación te motiva a un cambio positivo aprovéchalo para renovarte… cosa distinta es que quieran cambiar tu personalidad sin mayores argumentos que “o cambias o terminamos”.
Con todo esto termina resultando sencillo el determinar si la relación en la que te has embarcado tendrá un futuro prometedor, o sólo es una más de aquellas lindes amorosas en las que te has metido buscando a tu media naranja, limón o toronja. Sólo se necesita poner algo de atención, mucha autoevaluación y una poca de gracia y otra cosita. Así, puedes determinar, al menos por una certera aproximación, si esa persona que está a tu lado cumple con el triunvirato de la consolidación afectiva:

Te ama de verdad porque te respeta…
Te respeta porque te valora…
Te valora porque de verdad te ama…

Si sientes que en tu actual relación, o en una posible relación con alguien de tu entorno pueden darse estas tres, pues vale la pena intentarlo, y si al final –porque las relaciones humanas son más complicadas que estudiar pulsares o agujeros negros- las cosas no salen tan bien, puedes sacar muchas experiencias enriquecedoras, y recordar que nada es más gratificante que encontrar a alguien que puedas considerar especial y que te considere especial, y ciertamente es búsqueda hace que valga la pena cualquier tropiezo en el camino.
Además, al amor generalmente no se le busca, parte de su mística es que aparece cuándo y dónde menos te lo imaginas, en la banca de un parque, en la barra de un café, en los pasillos de una Universidad, en la lista de contactos del Facebook… Y cierto es, que esos amores que llegan de improviso, suelen ser los más gratificantes, sólo hay que estar atentos a las señales y saber interpretarlas, pero sobre esto ya hablaremos en otra ocasión.


Pd: Este post va dedicado a la “Mujer Mala”, ya que sin su “Test de Evaluación Psicológica para Aspirantes a Amigos Suyos”, jamás lo habría escrito. Gracias, muchas gracias ;0)




2 comentarios:

Fatima dijo...

Jaja, tantos andan de masoquistas?
Es qué es tan difícil estar solo qe tienen qe andar con alguien que les hace la vida cuadritos?
digo, no?

Edson "Lobo" Meléndez dijo...

Exacto!!!! la gente relaciona la soledad con algo malo, y no lo es necesariamente, es mas, me atreveria a decir que en los periodos de soledad es donde uno logra conocerse mejor, autoevaluarse, desarrollarse y madurar... Ello no quita que la relacion de pareja sea importante... pero como todas las cosas importantes de la vida, eso llega por si solo de un momento a otro, sin que lo esperes y sin previo aviso.

Gracias por tomarte la molestia de comentar :) Saludos!