viernes, 29 de mayo de 2009

*°> Aquí mando yo <°*


El poder es una droga… es algo tan adictivo como fumarte un cigarro con tabaco y marihuana mientras te inyectas heroína luego de haber esnifado tres líneas de coca, y para pasar el sabor en la garganta te tomas un Vodka Red Bull con unos micropuntos de LSD… Y bueno, con el mismo efecto devastador (a las pruebas de la historia me remito)…

EL poder te torna fementido, desleal, infidente, alguien de cuidado con el que se debe tratar con prudente distancia… y ¿Por qué?… sencillamente porque el poder es capaz de obnubilar el corazón más puro, poblando sus cavidades arteriales con mezquindad, paranoia, y más ambición de poder… Este efecto es tan recurrente que las más nimias dosis de poder que se le den a un hombre repercuten en una transformación por mínima que sea de su personalidad y de su percepción frente a su entorno… aflora la megalomanía dormida en su entrecejo y ve como se apertura ante él la escala otrora oculta, que lo llevará a cumbres más altas y por ende a remuneraciones más jugosas…

Yo a mis cortos 22 años no he experimentado poder de ningún tipo, salvo pequeñas cojudeces en la escuela como ser el delegado del aula, el presidente del comité electoral de la promoción, y quizá el ser jefe de grupo en los trabajos grupales… nada resaltante ni digno de ufanía alguna, pues eran cargos meramente decorativos que a resultas no hacían ninguna distinción entre mi vieja rechoncha (gracias por la foto Azul ¬¬’) persona y los demás… Aunque por aproximación y en efecto cascada si he disfrutado del poder de ser familiar directo de un funcionario de alto nivel del Estado, cosa que te abre la ventana de ciertas experiencias que de común son algo difíciles de probar…

Por ejemplo el codearte con gente que son realmente un ejemplo de poder, dígase congresistas, diputados extranjeros, alcaldes, ministros, hasta un par de presidentes por ahí, pasando por grandes empresarios, eruditos reconocidos, incluso algunos artistas y personalidades de la farándula local por cosas de su trabajo… El departir con ellos de fastuosos buffets en restaurantes que de ser tan elegantes ya son snobs, estadías en hoteles como el Marriot, Sheraton, Meliá, María Angola; o acceso a lugares más bien inaccesibles al ciudadano de a pie como Palacio de Gobierno, algunos despachos de la autoridad edil en sus Palacios Municipales, la Presidencia del Consejo de Ministros, El Palacio Torre Tagle (donde espero francamente pasar la próxima temporada académica de mi vida), El Ministerio de Relaciones Exteriores, y algunos otros que ya caería en la pretensión seguir enumerando…

El punto es que he visto de cerca (sin llegar a empaparme de él) el poder, y basta con recibir una migaja del mismo para saber que el plato completo debe ser exquisito. No soy una persona ambiciosa… es más, soy muy desprendido y no me interesan las cosas materiales ni las gollerías del poder…

¿Hola?... ¿Alguien?... ¿Alguno quiere creerme?... T__T ¿Why?...

Ok… ok… tienen razón, un poco más de ambición y sería un mafioso narcotraficante líder de un grupo subversivo beligerante… pero mejor ir por la vía legal sino terminas con noventa gramos de plomo en el parietal…

Amo el poder, adoro el poder, busco el poder, quiero el poder, es más… NECESITO el poder… es una cuestión connatural a mí mismo, mi megalomanía asolapada se descubre manifiesta cuando tengo cerca la expectativa tentadora de palpar el poder con mis propias manos… Como cuando escribí sobre “Betto Rockefeller”, quedó claro que mis expectativas a futuro caminan de la mano de la turgente dama fortuna, amante fogosa que te presenta a su padrastro Mr. Power. Y bueno, sé que cuando lo tenga entre mis dedos me volveré un claro ejemplo de todo lo que descrito hasta aquí…

Es más, he llegado a pensar en algún momento que si el poder me fuera entregado y recayera sobre mis bien formados (para tu mala suerte y deleite, Lenteja Azul) hombros con todo el peso de su presencia, pues terminaría volviéndome un dictador graduado de las escuelas férreas de Trujillo, Castro, Mussolini, Franco, Stalin, y tanto otros a los que veo con estrellitas titilando en mis pupilas… Gobernaría con puño, muñeca, antebrazo, codo, brazo, hombro, pecho, etc., etc., de hierro forjado puro… sería implacable en todo sentido, y no me amilanaría por afrentas y amenazas de nadie, pues ante ellas dejaría hablar a un calibre 45, o a sesenta mil voltios en mi lugar… La razón, sencillamente no tolero la indisciplina (estás advertida señorita, luego hablaremos)…

Pero no todo sería marchas, y reverencias a mi efigie… No, no, mi afán de orden social reformista sería lo primero que haría por mis bienhadados súbditos, así que para su tranquilidad implantaría la ley marcial y todo delito (desde el simple hurto de una manzana hasta la violación y posterior homicidio) sería condenado con pena de muerte sumaria, para economizar en gasto carcelario pues luego de muertos se les hierve y los hacemos jabón orgánico de exportación, que de paso es amigable con el ambiente; y con sus restos fabricamos el nuevo “Humus Sapiens®” (marca registrada, no plagiar por favor… gracias) abono cien por ciento ecológico y libre de pesticidas (todas las ejecuciones son por ahorcamiento, totalmente libres de inyecciones químicas o gases letales contaminantes). Así podemos destinar los fondos que se gastan en mantener delincuentes en cosas útiles como construir escuelas, u hospitales, y las cárceles existentes se volverían las plantas procesadoras que se mantendrían con los recursos propios de las ventas realizadas. Todo ventajas… “Este es el pan en el Perú de Malatesta, porque mientras Malatesta esté en el poder no faltará el pan en vuestras mesas”…

Pero bueno, ya para terminar, he de reconocer que lo más rico de tener poder es justamente reencontrarte con la gente que te cae mal y que no lo tiene (je je je) y poder pasarles por encima con apabullante impunidad, y ver sus caras de rabia resignada porque si te dicen algo mandas a tus setenta miembros de seguridad a que le revienten las pantorrillas y algunos órganos internos no vitales a patadas (como escarmiento, tampoco soy un sádico…digo… ejemmm… ejemmm). Qué lindo sería el futuro así, bueno yo ya empecé a escalar por mí mismo las agrestes cuestas hacía las cimas refulgente de la potestas absolutis… y si no llego a ser embajador, ni congresista, ni presidente, ni acaudalado industrial… bueno siempre me queda la vía fácil de ser un mafioso narcotraficante líder de un grupo subversivo beligerante… Amén por eso queridos hermanos, Amén por eso.



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