domingo, 16 de noviembre de 2008

Te culpo a ti


Música recomendada para ambientar la lectura de este post.


Si muero de cáncer te culpo a ti. Esas fueron las brillantes palabras que le dije a una brisa altiva que intento apagar el cerillo que pretendía darle vida a mi cigarrillo. No hubo respuesta. Era de esperarse, si no estás aquí. No estás para echarme los repetitivos sermones sobre lo dañino que es el cigarro. No estás para advertirme como el cigarro puede causarme cáncer como a tu madre. No estás aquí para amenazarme con irte y dejarme ahí parado si se me ocurría acercar aquel bastoncillo humeante a mi boca. No sé si lo decías entonces por una franca preocupación o era sencillamente otra forma de minimizarme y hacerme creer que la razón y tu eran íntimas amigas. Total, el nuevo amor de tu vida fuma más que yo y te recreas empañando tu mirada con el humo que exhala, sin atreverte a recriminárselo. Y ahora que lo pienso…si muere de cáncer debería culparte a ti. Por fin encendí mi cigarrillo.

Los adoquines de la avenida fluyen debajo de mis zapatillas. Me siento como un Hansel sin Gretel, dejando un rastro de migajas vaporosas para que la ansiedad pueda rastrearme. Oigo magnificados los sonidos de la calle. Escucho el crujido incinerante del tabaco seco mientras arde. Escucho el golpe de la suela de mi calzado como los tambores que marcaban el ritmo de los remeros en las galeras. Escucho el roce ocasional de la tela de mis jeans cuando esculpo un paso errático. Escucho mis latidos como si tuviera el corazón detrás de los ojos. Escucho al oxígeno asfixiado de alquitrán inflando mis pulmones. Escucho murmullos y voces aunque esta calle está vacía. Escucho como se arruga el cielo segundos antes de venirse abajo. Escucho como irrumpen en el aire diminutas gotas. Escucho como estallan en mi cabello. Escucho como estallan en mi cara. Escucho como de repente todo vuelve a quedar en silencio. ¿Y sabes? Te culpo a ti.

Defectos y desventajas de las pequeñas comarcas. Defectos y desventajas de no tener nuevas rutas. Defectos y desventajas de acostumbrarme a las mismas. De eso también te culpo a ti.

Te veo ahí, lo veo ahí. Los veo desafiando a la física y ocupando dos cuerpos el mismo lugar en el espacio. Los veo, pero mi orgullo me solicita continuar mi camino. Quizá el morbo de saber qué haces con él me aferra a la esquina que por los próximos minutos llamaré refugio. Jamás conmigo tus brazos se fundieron en mi espalda. Mucho menos si los ojos en la escena excedían los dos pares. En la decoración de su ósculo se pierde la cuenta de miradas que los acompañan. No parece importarte, a él de seguro le es irrelevante. Casi no reconozco esa parte de tu personalidad, posiblemente porque la supiste disimular a la perfección conmigo. Porque la calzaste en un impostado recato y pudor de colegio religioso que nunca terminé de creer, pero opté por tomar como cierto. Como el eco que precede a la campanada tus pretextos tan insustentables me rondan mientras yo los rondo sin así haberlo previsto. Yo no soy así, yo no puedo demostrar amor en público, mucho menos a mi pareja… ¿Qué secreto habrá descifrado él para hacerte retroceder en 7 días, de la postura que me impusiste durante 4 años? Al fin se separan, se miran con la idiotez aflorando de sus ojos, se toman de las manos y se alejan sin siquiera haber notado que yo, que yo note más de lo que hubiera querido. Decido ir contra su corriente y alejarme de la esquina que no llegué a llamar refugio. Mi estadía improvisada le permitió a la ansiedad darme alcance. No vino sola, los demonios que pretendí dejar rezagados la han acompañado. De eso también te culpo a ti.

Entro muy mal acompañado a mi cuarto. Me recuesto boca abajo y siento el peso de los invitados indeseados sobre mi espalda. Me giro intentando respirar mejor. Arriba, en el techo empapelado de imágenes de castillos y paisajes de la distante Alemania, se asoman algunas estrellas que creí haber quitado. Tú también me has seguido hasta aquí. Miento. No has sido tú. No se en realidad quien eres. Siempre fuiste dos conmigo, y tres, cuatro o cinco si cuento a todas las que has sido incluida la de esta noche. Alguna de ellas que fuiste/eres/pretendes ser me ha seguido. Lo siento, lo percibo en lo viciado del aire. ¿Has venido a recordarme la cataclísmica historia que escribiste a base de inseguridades asolapadas? O ¿Simplemente vienes a hacer acto de presencia para ratificar la falsedad que campeó en tus caricias? Ambas quizá. Siempre has sido efectiva, no es la excepción. Me agreden mentalmente las situaciones que empiezo a evocar. Peleas, discusiones, enfados, enfrentamientos, insultos, agresiones, mentiras, hipocresías. Todo aquello que pese a los intentos jamás logramos evitar.

Hoy descubro lo que tú misma aceptaste hace varias noches. Concuerdo contigo y te culpo a ti. Te culpo a ti por todo ello. Por no haber tratado de verdad, por haberte mostrado falsa y a la defensiva de mis intentos. Por no serte sincera y admitir que desconocías la naturaleza de lo que albergabas por mí. Por usarme como un paliativo a la incertidumbre que te rodeaba. Por invitarme a largarme cuando se apareció el primero que te guiñó un posibilidad. Por ser con él todo lo que nunca fuiste conmigo. Por querer serlo, aunque a mí me hubieras dicho que no podrías, que no te lo pidiera. Por decidir sin consenso que una semana era el tiempo suficiente para cambiar al protagonista de tus te amo. Por exhibir una mueca aporcelanada ante cada espectador. Por convertirme en la esposa de Lot para que no piense en mirar atrás. Por deshacer promesas y juramentos fundados en insípidos soliloquios. Por clavarme en la piel no tus uñas, sino rabia. Por darme tanto en que pensar, cuando tanto venía ya sintiendo. Por enorgullecerte abiertamente de avergonzarte de lo decías sentir por mí. Te culpo a ti por 4 años haciéndome sentir el culpable. Te culpo a ti por todo cuanto pueda culparte. Y me culpo a mí por haber permitido que tantas culpas germinen, sin haberme apartado antes, dando un paso adelante.

¿Sabes? Te culpo a ti.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Edson Edson! hasta que vi tu blog, puxa y que interesante eh...nose xq pero me dio curiosidad ver sobre too el "te culpo a ti", porque a veces he estado en la misma situación que describes, echándome primero la culpa por algo que no había echo, sintiéndome mal, tratando de mejorar por otra persona que a las finales uno mismo se da cuenta que no vale la pena, y sabes por qué?, porque luego la miras tan bien con otra, que dices entonces,q sintió por mi?, tan rápido me olvidó, valió tanto tiempo estar con esa persona para que en un sólo segundo te olvide y este con otra delante de todos? de qué sirvio todo el amor que sentiamos, o al menos que uno sintió y la otra sólo decía "sentir, cuando no era asi"...sí da rabia, y too, pero sabes uno mismo se levanta, con eso se vuelve fuerte, y sigue adelante, por que más vale uno mismo que otra persona, nadie es mejor que uno mismo para sufrir por otra (si es que no merece que uno este asi por ella)...y sabes yo consegui olvidarlo, aunque costo un tiempo pero se pudo, con ello descubri que: no hay nada imposible...
Quién soy? creo q lo sabes...edson edson...:P

Edson "Lobo" Meléndez dijo...

Jajaja tengo mis sospechas jejeje :P
Pero ese modo de firma...xD jajaja impuse la moda del nombre al cuadrado jijiji... Siempre marcando tendencias.
Y tu comentario tiene toda la razon, justamente ahi donde se pierde el te extraño y el no vales la pena, se encuentra la fuerza de decidir si sigues sufriendo como un pelotudo por un ser insignificante y desagradecido, o decides avanzar y no volver a mirar atras.
Muchas gracias por comentar :D


Atte. (Esto es pura formalidad)
Beto Malatesta

Pd: Sin tildes intencionalmente