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jueves, 28 de mayo de 2009

¨¨ Dolía menos ¨¨


Recuerdo cuando recordar dolía menos, cuando la calma se veía más próxima y no era la quimera que se cierne sobre mis días escasos. Eras la flama exigua que crepitaba al fondo de las lámparas del viejo candelabro, alumbrabas poquito pero alguna luz me dabas, y hoy sólo queda cera chamuscada y seca, impregnada en el piso con olor a distancia. Te fuiste antes de partir siquiera, encajonadita en medio de un cuarto oscuro y de paredes vacías, ni un cuadrito que molestara la monocromía del blanco, ni una flor y que paradoja, luego tendríamos un jardín completo de girasoles y rosas azules.

Mientras estabas encajonadita, yo arropaba con desvelo tu dormir constante, viendo tus dedos quietos, tus párpados cerrados, buscando con desespero algún temblor en la silueta amoratada de tus labios. Nada. Y en la plena emboscada de tu total ausencia me repetía cada segundo de tu risa retumbando en los pasillos y en los cuartos de la casa. Me repetía tu tacto indiscreto cuando el cansancio te celaba y lo interrumpías con ternura. Me repetía cuando tus ojos no se cerraban ni para parpadear, sólo porque te dije que me extraviaba mirándolos. Me lo repito de nuevo y recuerdo el modo correcto de recordarte. Ahora me dueles, sí. Antes recordarte, francamente, dolía menos.

Pasando horas tras horas que se me hacían luengas como tus cabellos, me la pasaba sentado a tu vera, imitando tu inercia con un ruego callado de que me retes a vencerte. Siempre perdí ante tus retos, eso no cambió. Me volví un mueble más de ese cuarto oscuro, siempre en el mismo lugar, siempre en la misma posición, pasando inadvertido por las sombras de blanco que entraban y salían tan mudas como tú y como yo. Tanto silencio caía en avalancha sobre nuestras cabezas, que hasta el aire estático parecía confundido de no saber, si era yo quien sentado y paciente a ti te esperaba, o eras tú quien cansada y recostada me estabas esperando. Yo siempre pensaba que ambos nos esperábamos. Hoy es igual, seguimos esperando. Aunque dule.

Ahora sigues quieta, muy quieta, encajonadita. Como una de aquellas princesas de los cuentos que de pequeña leías, esperando quizá un beso. Cuantos besos habré intentado que tenía los labios atravesados por grietas, pero siempre tu. Hoy ya no puedo seguir intentándolo aunque quiera, el jardín de girasoles y rosas azules me separa del suelo, y el suelo que amaste me separa de lo que amé. Antes ni un cuadrito, ni una flor, hoy todo un paisaje y un jardín, pero la misma monocromía en blanco de la desolación. Te insisto y recuerdo que recordarte antes me dolía menos.

Prepararé un café para acordarme que yo aun permanezco, y caminaré entre pasillos y cuartos buscando alguna risa que retumbe, caminaré hasta que el cansancio me pueda y un tacto indiscreto lo interrumpa con ternura, caminaré hasta encontrar un camino que no se cierre donde extraviarme. Me repetiré el eco de las palabras que no flotaron entre nosotros cuando brillabas poquito al fondo de las lámparas del viejo candelabro, las oiré y haré de cuenta que jamás la he escuchado. Porque duele.

Y al final de esta noche me sentaré de nuevo a pretender que te espero, retando a tu quietud de entonces y de ahora, remedando tu silencio, igualando la oscuridad que te rodea. Esta noche pretenderé que es como antes, pero no el antes cuando brillabas como un sol incendiándose, ese antes duele. Hoy te recordaré como el antes de este hoy, cuando recordarte, francamente, me dolía menos...


domingo, 29 de marzo de 2009

*´´ Ben X ``*


Sinópsis de la película (tomada de http://www.divxonline.info) : Ben (Greg Timmermans) carga con la cruz de ser el raro de su clase, el favorito para las bromas y crueldades de los matones del instituto. La inteligencia de Ben es superior a la del resto de sus compañeros, pero tambien es retraido, exacerbadamente timido hasta el punto que parece rayar el autismo. Su vida en el colegio es un infierno, pero cuando llega a casa, al refugio de su habitacion y se sienta delante del ordenador, surge el Ben amo y señor del juego online favorito de millones de adolescentes, incluidos los que le atormentan a diario.

Esta Película se llama "Ben X" y es una producción belga bastante interesante... yo acabo de verla y realmente me siento en una especie de vilo ante lo que mi cabeza me propone, me reclama y por otra parte me consuela...
Es una excelente película, y como paso con un post anterior, comparto con ustedes esta historia...que podría ser las de ustedes, al menos un poco...como en mi caso...

*Para visualizar la película, denle click en el botón naranja en medio de la pantalla, luego esperen a que el mismo botón se ponga verde, esperan un poco y le dan click nuevamente. Tarda un poco en cargar pero créanme, vale la pena. Gracias.



jueves, 26 de marzo de 2009

¨*^ La Masa ^*¨


Deambulando entre seres que deambulan como yo, me encontré con una aparición etérea, traslúcida y taciturna. No sentí temor, al contrario, sentí cierta curiosidad que me hizo aproximarme hasta casi sentir el frío que de ella emanaba. Algo de nostalgia había en sus ojos ausentes, mucho de angustia y una pizca de impaciencia. De pronto los seres que deambulaban como yo se detuvieron, se volvieron espectadores de este diálogo mudo, atentos a cada gesto inmóvil de sus frías y mis tibias manos.

Su figura traslúcida, etérea y taciturna de ojos ausentes se dejaba ir con el viento que se entrometía. Pero parecía querer quedarse en su lugar, luchando contra las fuerzas que la desplazaban, rogando sin hacer ningún ademán, que la dejaran quedarse ahí. Me conmovía su fragilidad y le tendí una mano, pero no levanto la suya para tomarla, le lanzó una mirada ausente y regresó a su perplejidad combativa.

Los seres que deambulaban como yo y ahora detenidos todos, retomaron su marcha, regresaron al ritmo imparable de su vida, atropellándose unos a otros y a sí mismos. Nos dejaron atrapados en medio de su discurrir presuroso, a mí y a la figura taciturna, etérea y traslúcida. Varados entre su corriente como un islote de dos esencias que no se conocen pero se identifican.

Ella me tendió su fría mano y yo la tome, sentí como si el agua de un manantial glaciar se escapara entre mis dedos, ella volvió a mirar mis tibias manos con sus ojos ausentes, cargados de una pena que no conocía. Abrí mis brazos y me acerqué dos pasos, me inundó el frio de su ser, fundiéndose con mi aliento hasta volverse cálida.

Abrí los ojos y cerré los brazos, y vi como la masa que deambulaba como yo se movía inmutable ante lo que acababa de pasar. Los vi atropellarse unos a otros y a sí mismos, los vi infelices y amotinados. Detuve mi quietud y comencé a deambular, no con ellos, me elevé como si fuera una figura etérea, traslúcida y taciturna. Me elevé sobre la masa deambulante y deambule hasta perderme en mi ruta. No sentí temor, al contrario, era libre por primera vez en más de mil eones.



miércoles, 18 de febrero de 2009

Poesía, dices tu...


La poesía es un difícil contexto para el que se acostumbra a la rudeza de lo cotidiano y a la aspereza de un trato amargo. Aquel que muestra la piel endurecida de sus palabras entre aliento y suspiros que exhala un sin vivir, reduce su monotonía a pretender que le quepan 24 horas en un parpadeo.

Quizá cuando las consonantes me sepan a vocales y las vocales me dejen de saber a nada, haya por fin entendido que se me agotaron las palabras en medio de la transición del segundo que paso y el segundo que no está por venir. Quisiera articular con la elocuencia que caracteriza a las piedras y al viento de la orilla, los adjetivos suficientes que le hicieran honor a tanto merito perdido. Por última vez aunque sea.

No encuentro a la inspiración vagabunda que salió a buscarse. Querer poder decir que el simple vidrio es tamiz de cristales, o la Alhambra los escombros de algo que mejor se olvida. Es tan complejo hallar la sencillez con la que otrora fluían de mis dedos las exclamaciones más afables.

La saliva seca en las comisuras de los cuadernos me recuerda su abandono, su precariedad, lo famélico de su esplendor. Hace tanto que es tanto ya, el día que escribía versos y rimas en servilletas de elegantes cafés, hace tanto que es tanto ya, cuando una palma abierta era el pergamino de mis emociones. Que será de la tinta al final de los lapiceros cuando una mano ya no los arrincona contra los renglones…

¿Qué será, dime tú, de todo aquello que no quiere callarse en el papel de mi garganta?

¿Qué será de todo aquello que ya no podré decir?

¿Qué será finalmente de mi cuando no tenga nada que escribir?

…Peor aún ¿Qué será de mi si ya no tengo nada que puedas leer?...



domingo, 8 de febrero de 2009

~//^``Reflexiones Vespertinas #001´´^\\~



"El amor se queda detrás o se nos adelanta en el camino...pero muy raras veces se anima a andar a nuestro lado"



domingo, 1 de febrero de 2009

~^°Felicidad°^~






Sountrack recomendado para la lectura de este post.

Como dice una canción que me gusta mucho (evidentemente de Enrique Bunbury) "la felicidad, me está enseñando que hoy no soy feliz"....

Es imposible extraviar el sentido y la interpretación de cada palabra articulada en una verdad que intentamos pasar por alto... Cada vez somos menos felices en este mundo. Esto se debe a mil razones, que finalmente a cada quien afectan de alguna manera, pero existe una que reside en los adustos campos de lo absurdo… Y es que hoy no somos felices, sencillamente porque le tenemos miedo a serlo...

Quizá sea porque si admitimos que estamos tocando la felicidad, que la estrujamos, que la hemos hecho nuestra...ya no nos quedara algo por lo que esperar la siguiente mañana... Es el dilema del abnegado cazador del último elefante blanco…si llega a atraparlo habrá perdido la presa que persiguió toda su vida y la emoción de la caza habrá terminado para siempre, dejándole sólo el recuerdos de sus tardes y una cabeza embalsamada coronando su salón. Pero si cada vez que lo tiene a tiro lo deja escapar, siempre podrá contar con que la mañana siguiente tendrá otro día para tentar su propia suerte, su habilidad y sus límites, intentando atrapar a su presa. Y es que si tenemos a la felicidad durmiendo con nosotros existe la posibilidad de acostumbrarnos a ella, de que deje de ser especial, entonces si esto le pasa a nuestra felicidad, pasará a ser algo más de todo lo común que nos rodea...ya no nos representara nada de lo mágico que se supone debería ser.

De igual manera, si la felicidad está sentada en nuestras piernas cada tarde, terminaremos estancados, atrapados en ese mundillo que se nos hace perfecto, ya no necesitaremos ir más allá, no necesitaremos buscar el prado más verde del otro lado, y acabaremos preguntándonos ¿Para qué, si aquí tengo lo que necesito? Pero es más que seguro, que nos quedara la duda muy en el fondo, de pensar ¿Realmente tengo todo lo que necesito? Y poco a poco comenzaremos a ver distinta a nuestra felicidad, hasta terminar viéndola como el lastre que nos ató a una vida conformista. Si tenemos la felicidad en el bolsillo, en el puño cerrado, en el desván, ¿Qué buscaremos entonces?...

Bueno, unos dirán, pues buscaremos conservarla... Eso es justamente algo que también nos paralizará de puro temor... ¿Cómo conservar la felicidad? ¿Qué hacer para que no se aleje y nos deje la angustia paranoide de saberla perdida? ¿Cuál es la fórmula exacta para que la felicidad no se evapore entre la impotencia de nuestras manos? Es quizá esto lo que más asusta de la felicidad...su fragilidad...y nuestra torpeza para lidiar con ella…

Es que lograr ser feliz es difícil, cierto. Pero mucho más difícil es mantener la felicidad una vez que se la captura, porque esta tiende a durar tanto como un estornudo. Es un destello, un estallido, un flash, un instante, un segundo (allá nosotros que la eternizamos en nuestra percepción parcializada y altamente Hollywoodense). Ello conlleva ineludiblemente a pensar que es más que probable que la felicidad se aleje de nosotros con tanta parsimonia, que sufriremos cada paso que da en sentido contrario al nuestro. Nadie quiere pasar por ese dolor, entonces la forma más práctica de evitar esta mortuoria experiencia, es precisamente eludir a la misma felicidad desde que la vemos, o siquiera sentimos aproximarse. Y es como suelen decir los mayores…muerto el perro, muerta la rabia… ¿Qué mejor forma de evitar el sufrimiento de perder algo que amamos (porque generalmente son las cosas que amamos a las que les irrogamos la cualidad de producir nuestra felicidad) que sorteando precisamente un acercamiento temerario con aquello? Es por decir, si mi felicidad se la adjudico a una persona, pero sé que es muy posible que la misma se aleje y me haga daño con esto, mejor me alejo antes de esta persona. Así evito que mis sentimientos se expandan sobredimensionados en su dirección, y me mantengo a salvo de cualquier magulladura emocional… Quizá suena absurdo, pues implica que pensar así nos mantendrá alejados de todo aquello que podría llenar los espacios vacios de nuestras almas tullidas…pero es el modus vivendi de muchos congéneres humanos…

Además, la felicidad se ve mejor desde fuera, desde la mirada del espectador, desde los ojos del que suelta con modesta envidia un "ya me tocará, ya me tocará"... Porque cuando nos toca nos sabemos ante una serie de cavilaciones que representan la toma de severas decisiones, que muy posiblemente no seamos capaces de elegir con adecuada certeza... Así, por ejemplo, si ansiamos, soñamos, rogamos por alguna vez obtener un jugoso premio de la lotería, al ver cada semana como algún fulano se enriquece invirtiendo medio dólar en un boleto, el día que la suerte se nos ofrezca en bandeja, y seamos los ganadores, es obvio que nos inundará tremenda emoción, algarabía, “felicidad” si quieren llamarla así… Pero pasado ese estallido de euforia, viene el decidir qué hacer…el momento de pagar los impuestos, de comenzar con los gastos exorbitantes, de empezar a actuar como un hombre de sociedad, de lidiar con los buitres que saltarán alrededor buscando hacerse con algo de lo nuestro, de dudar de la sinceridad y honestidad de todas las amistades que tenemos “demasiado” cerca, de preocuparse por cómo mantener el dinero y así seguir con este nuevo estilo de vida tan costoso, de batallar constantemente con las disputas familiares por cual o tal parte de la fortuna que les toca, de vivir a salto de mata por temor a los ladrones, asesinos y secuestradores… todo ello a cambio de unos cuantos ceros extra en la cuenta de banco… No es de extrañar que los millonarios vivan tanto exceso, pues saben que vivirán poco y deben aprovechar su tiempo al máximo…¿No?

No se...personalmente pienso (y creo haberlo comentado con soltura, con todo aquel que me lo pregunte) que la felicidad no es más que la conjunción de momentos alegres en un corto periodo de tiempo, que nos llevará a sentir una aparente calma, tranquilidad en algún sentido y nos infundirá una visión optimista; estado que dura apenas un momento. Pero felicidad, tal como la pintan generalmente (duradera, imperecedera ante los avatares del mundo) sinceramente no creo que exista.

Y así exista o no, es la idea de ser felices lo que nos atemoriza, y al final nos quedamos sentados, con los brazos cruzados viendo como pasa delante nuestro, y en el mejor de los casos nos limitamos a hacer el amago de saludarla con la mano, un saludo que en realidad intrica un silencioso pero obvio, adiós. Somos humanos al fin de cuentas y el temor es parte de nuestras reacciones más primitivas, y antes de arriesgarnos a algo incierto (porque la felicidad implica el tomar riesgos a cada instante) optamos por la estabilidad apacible de lo seguro. Elegimos no lo que deseamos con pasión, porque sabemos que nos completará, sino aquello que tenemos más a la mano y que después de todo nos viene bien para engañarnos a nosotros mismos y pensar que era lo mejor, sólo porque no había riesgo alguno…

De momento, yo no pretendo a la felicidad (alegría, realmente) pero sé que quizá si la tuviera en frente desviaría un momento la mirada, y fingiría que no la vi venir, pero eso es algo que estoy acostumbrado a hacer. Total…la felicidad me está enseñando que ahora no soy feliz… ¿Cierto?



Este post fue motivado por la genial reflexión de mi estimadísima Melissa Ramírez Arévalo, titulada “Muy corto todo, para no querer intentarlo”; texto que podrán encontrar en su blog “Entre Calles y Borrones”. Altamente recomendado.