martes, 5 de febrero de 2013

Retazos blindados de un corazón...


En otras circunstancias podría escudarme en esa frase que tantas veces repetí, aprovechándome de mi ventaja, de mi saberme deseada, admirada, querida, incluso amada. Decir abiertamente, no eres tú, soy yo... pero aquí somos los dos, eres tú tan igual como yo. Tu forma de ser, tus ojos capaces de ver la vida sin ataduras, tu sonrisa que parecía saber escudriñarme, tus deseos de liberarme de lo que llamabas tedio, tu vocación de tripulante, de marino mercante, de motorista transfronterizo, de alquimista de países. Tu forma de ser especial sin proponértelo, sin imponerme que aceptara que lo fueras. Eres tan culpable como yo. Eres tú, y sí, también soy yo.



Hay, y habrá siempre, algo que para mí te hará especial, que lo merezcas o no, no me toca a mí decidirlo, aunque estuvo en mis manos, pero cómo adivinar el camino que tomaría todo esto aunque bien pude intuirlo. Es tu mérito y lo respeto, algo de mí se quedará contigo y tu ni siquiera estás enterado, nunca te lo pude decir, creo que eso al menos no va a cambiar. Algo tuyo viene conmigo, y será inevitable evocarte en días que seguramente llegarán, pero por ahora se avizoran muy lejanos, y así estpa bien para mí.



La gran equis de Tápies. Gracias Lobito, no serás tu, pero para mi eres.
Quizá nunca llegues a saber lo especial que pudiste llegar a ser para mí, ni conozcas la ilusión que me hizo conocerte, tratarte, querer leerte como un libro nuevo, de esos en los que la tinta y el papel se huelen distintos, refrescante. Lo sé, soy todavía una niña, enamoradiza, que pretende ser fuerte, que despotrica del amor, pero que lo anhela demasiado. Ok, no te puedo culpar por ello, la culpable soy yo.



No quiero repetir historias que pensé quedaron atrás. No quiero que me vuelva a pasar, no pienso aceptarlo. No sé si puedas garantizar que no pasará, pero lo que he visto hasta ahora me lleva a sospechar que de los dos yo saldré más magullada. No voy a correr el riesgo, aunque muera por hacerlo. Me adelanto a los hechos y te digo que no sólo me gustas, pues  en mi boca ya se veía la forma de un cercano te quiero, sí, en poco tiempo y a tropezones... Sé que de la tuya no saldrá, al menos no cuando lo necesite, pero es momento de reconciliarme con la idea de que tengo un valor, y debo respetarlo. Hasta que llegue un afecto que quiera ser un mejor postor, es momento de blindar los retazos que me quedan de corazón. Ya no te los daré, lamento mucho si pude generar expectativas... te confieso que yo también me las generé...


Te agradezco por tu tiempo, te agradezco por incluir el mío. Al salir cierra la puerta, por favor, no sea que entre el viento y me dé un soplo al corazón.…

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