Manierismos de cartón empapado
en sudor de una virgen gestante,
santa madre de rocas despeñadas
en lo turgente de sus labios falaces;
dudando a la espina en la frente
el acero en el costado
el vinagre caliente
los clavos en las manos
los azotes en la espalda
que fueron su marca
plenitud de un sello carente.
En vilo difuso de artificios negros
consternado de ti
y de mi de cuando en cuando,
juntando pasajes a retazos;
alzando la voz como los brazos
de rodillas a tu vera
santificando tu nombre
rogando que venga tu reino
para hacer conmigo tu voluntad
¿Dónde estás?
En mi tierra o en tu cielo
No remuerde el austero sufrimiento
del cáliz vacío aferrado a tus dedos,
mi credo perfecto
es creer que existes
sin haberte visto
ni un solo momento.
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