Nostradamus, los mayas, los celtas, los monjes tibetanos, los antiguos egipcios, y hasta Walter Mercado han predicho que el mundo se está acabando. Pero no sólo ellos, a lo largo de la historia, y desde que desatar la histeria se hace tan delicioso, el que menos se ha aventurado a decir que se viene el fin de los tiempos, buscando desatar el pandemonio popular. Hoy por hoy están de moda las predicciones Mayas, que nos dan un conteo regresivo de tan sólo tres años antes de que la extinción humana sea inminente.
La verdad no se qué tan acertadas sean esas predicciones, y sinceramente me tiene sin cuidado porque por todos es sabido que en algún momento nos vamos a chingar.
O sea… seas creyente de la religión que sea (a menos que seas un devoto de Visnú y jures que cuando palmes vas a reencarnar una y otra vez, pasando de humano a batracio y así por los siglos y los siglos infinitos…) serás consciente de que todo tiene su final… Incluso si no crees ni en tu madre cabrón, sabrás que en un punto determinado del devenir cronológico tendremos que desaparecer y darle el mundo a las cucarachas.
Es por eso que al menos a mi no me preocupa en lo más mínimo esto de si se acaba el mundo o simplemente se mueren los humanos (que para mí sería lo más provechoso) o se hunden los continentes o lo que fuera que nos lleve a la franca extinción… Es más, a mi me agrada la idea, me provoca un mórbido placer el observar el sufrimiento de mis congéneres ante la idea de que sus días puedan estar contados.
Alguna vez incluso yo fantaseaba con ser el causante de esta purgación terrestre, pero no a la usanza de “Huracabrón” (sabes que lo digo con cariño goooooey) que alucinó con una mega bomba atómica. Aunque sería una buena forma de causar la extinción humana, también te chingas a los animales y a las plantas y eso lo desapruebo. Mi idea era más estructurada, inclinándome por mi pasión bioterrorista, pensando en diseñar una enfermedad que sólo pudiera afectar a los humanos, y en el margen más permisivo, ser transmitido a los animales pero como meros portadores (esto para asegurar que todos estén infectados y que ningún ser humano se salve de mi enferma mente genocida).
Entenderán (lo más probable es que no xD) que me causó gran sorpresa ver que parte de mi idea ya fue realizada por la misma naturaleza. Sí, me refiero a la influenza porcina, bendito virus que a los animalitos artiodáctilos no afecta, pero en los humanos es casi fatal. Debo reconocerle a mamá Gaia que ni yo mismo podría haber diseñado un virus tan genial, tan fácil de propagar, tan pandémico, y de resultados tan prometedores. Yo solía decir (y no en broma como algunos pensaban) que la venganza de la naturaleza sería grande, y que cuando suceda nada podremos hacer, y dicho y hecho. Al parecer el planeta ya se hartó de tenernos habitándolo de forma tan molesta como las pulgas infectando a un perro, entonces es momento de rascarse y acabar con la plaga, que ciertamente somos.
Ojalá que esta bonita cepa mutante siga cambiando y cambiando, haciéndose cada vez más difícil de controlar y combatir, para que no se le pueda encontrar una cura definitiva y así de una vez por todas se acabe con tanta gente inútil que infecta este planeta.
5 comentarios:
Esto ha sido sin duda alguna lo mas aberrante que te he podido leer, sabes que normalmente celebro tus ideas poco convencionales y cuasi subercivas que detentas sin joder alguno en tus opiniones, pero esta vez estoy empezando a creer que estas loco...esta vz no se trata de lo excentrico que pueden ser tus escritos, sino de anular vidas humanas, en fin...ya serà mejor personalmente conversar.
Jaaaaaaaaaaaaa!! despues recorde, que es el blog de un suicida,es logico que pienses asi
xD jajajaja le encontraste el truco... bien hecho Mel jajaja siempre tan despierta, 5 pulgares arriba por ser tan perspicaz je je je.
Atte.
Betto Malatesta.
Pd: sin tildes, y aun sin recibir mi cepa de H1N1...
Mamén!!.. quize decir Amén xDD
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