La Caperucita Multicolor y el Lobo Feroz:
La Caperucita Multicolor era por lejos la jovencita más linda de la comarca de Chiclayosburgo, y no sólo por las gracias que la adornaban, ya que además era muy dulce, tierna y bondadosa, o sea, estaba en todas.
Caperucita Multicolor vivía en un cómodo chalet adosado con su abuelito, su papá, su mamá, sus dos hermanas y su pequeña Sasha. Eran una familia muy feliz y unida, tanto así que Caperucita a veces dejaba a la pequeña Sasha recostarse en sus aposentos. Sus días pasaban entre su hogar, sus amigos, el “Charles Pradera de acondicionamiento corporal” y sus estudios en la noble “Academia de las Artes Curativas de Sanctoto Rivium”. Era una buena vida, tranquila y apacible.
Una tarde en la que Caperucita Multicolor no tenía que asistir a la Academia, su sacrosanta madre le encomendó la tarea de llevar una canasta con frutas y pasteles caseros libres de conservantes artificiales y grasas trans, a la casa de su abuelita en Sargento Lorestown, pero la instó a apurar el paso, ya que para llegar debía atravesar el bosque, y se comentaba que entre su colorido follaje habitaba un personaje extraño, y que más valía prevenirla ya que podría tratarse de un hombre malo, aunque en realidad era sólo un Lobo pelucón y medio vaguito, que gustaba de comerse la comida de la gente que pasaba por ahí.
Caperucita Multicolor escuchó a su madre, pero no se preocupaba por las advertencias ya que nunca había oído hablar del Lobo feroz en los cuatro años que llevaba pasando por el bosque, ya que esa era la única ruta para llegar a su Academia. Con suma confianza, pero con la humildad por delante, se puso sus botas blancas, un buzo plomo y una caperuza del mismo color, aunque olvidó su collet, pero como ya había salido decidió continuar, total, igual lo recuperaría después.
La bella Caperucita iba caminando entre las plantas que retoñaban con la cercanía de la primera, aunque hiciera más calor que de costumbre porque se acercaba el Fenómeno del Niño. Canturreaba alegre una canción de Marcela Mosqueda, cuando de pronto, así, sin previo aviso, apareció en su camino un Lobo melenudo y con cara de malo, aunque la Caperucita logro advertir que llevaba pegada una calcomanía de Hello Kitty en la basta de sus pantalones.
- ¡Oh! Linda Caperucita… que grata coincidencia el verte de nuevo por este, mi bosque.
- ¿Verme de nuevo? Pero si no recuerdo haberte visto antes, Lobito
- Este… ehmm… ¿Segura? Porque yo voy viviendo seis añazos acá y te he visto algunas veces caminando entre los algarrobos –le dijo el Lobo con cara de palteado-
- ¿En serio? Pucha Lobito, sorry… no me acuerdo haberte visto
- Mmm… es que yo soy de perfil bajo… ejemmm…ejemmm…
- Ahhh… ¿sabes? Me pareeeeeece… me parece, que te he visto antes
- ¡De verdad! –Y el Lobo sonrió ahora con cara de baboso-
- Sí… hummm… ¿tú algunas vez cantaste con el coro de los “Bestias del Bosque” en el aniversario del Sanctoto RIvium?
- ¡Claro!
- Ah ya pues, ahí te debo haber visto
- Bueno, bueno… ¿y qué te trae en esta ocasión por mis dominios? –Le preguntó endulzando melosamente su aguardientosa voz-
- Es que tengo que ir a casa de mi abuelita para dejarle esta canastita con frutas diuréticas y pasteles libre de conservantes y grasas trans.
- ¡Uy que rico! ¿Me invitas un pastelito? –Al tiempo que estiraba su pata para echarle mano un kekito de naranja huando-
- ¡NO! ya te dije que son para mi abuelita
- Mmmm… bueno… pero te recomiendo que vayas con cuidado…
- ¿Y eso?
- Es que en este bosque cuando cae la tarde aparecen muchos hombres malos, y si te ven solita e indefensa, te podrían robar la canasta, secuestrarte, quitarte las córneas para traficarlas en el mercado negro de órganos… cosas así, hay mucha maldad
- ¡Glup!... ¡asu!… este… y no conocerás un caminito –le dijo Caperucita Multicolor, recordando las sabias palabras de su madre sobre los “hombres malos”-… digamos… ¿más seguro?
- Mmmm… mira, si vas de frente por este sendero llegarás a Sargento Lorestown en 15 minutos, justo antes de que caiga la noche y aparezcan los hombres malos
- Muchas gracias Lobito, chévere con el dato, toma, atragántate con gusto –Y le dio ese pastelito de naranja huando al que ya le había tirado lente-
Caperucita Multicolor se alejó dando saltitos apurados por el camino que le había indicado el Lobo Feroz, mientras éste se deleitaba con el postre que le acababan de regalar. De pronto en su peluda cabeza se apareció una idea descabellada (valga la contradicción), iría a la casa de la abuelita de y se haría pasar por ella, así le darían todos los demás pastelitos y las frutas diuréticas… ñum…ñum… Con el cerebro en el estómago el Lobo tomó un atajo secreto llamado “Vía de Evitamiento” y llegó en cinco minutos a la casa de la abuelita de la linda Caperucita.
- Toc…Toc…Toc… -llamó a la puerta-.
- ¿Quién es? –Le contestó una voz amigable desde dentro de la casa-
- Soy un funcionario del SATCH señora, vengo a dejarle los recibos del pago de sus arbitrios para el período 2009-3 –El Lobo había aprendido algo de derecho husmeando entre las ventanas de la Escuela de Leyes de Sactoto Rivium-
- Déjelos por debajo de la puerto, jovencito –La abuelita también estaba en todas-
- Este… no… porque… tiene que firmarme el carguito de recibido, señito.
- Pásalo también por debajo, hijito, lo firmo y te lo devuelvo igual –Nada que hacer, eso es de familia-
- No, no… pero… un toquecito nomás… es que es un libro de registro y no entra por debajo de la puerta –Ahhh, el Lobo también está en algunas-
- Bueno hijito, te abriremos la puerta pues…
La abuelita bien confiada en que se trataba de un recaudador edil, no sospechó que al abrir la puerta entraría el Lobo con un hambre feroz y se encargaría de desaparecerla de la casa, para poder tomar su lugar…
Caperucita Multicolor llegó exactamente a los diez minutos, y para ese entonces todo parecía normal. Se acercó a la puerta y tocó el timbre (era mucha tecnología para el Lobo) cuando oyó desde adentro una voz medio extraña que trataba de sonar como la de una dulce abuelita, pero sonaba más como Gollum del Señor de los anillos… Caperucita dudó al principio, pero recordó que como a ella le choca bastante cuando se enferma de resfrío, quizá su abuelita también estaba malita y por eso sonaba como Melcochita con catarro. Con esa vocación de cuidado a los que tengan resquebrajada su salud, Caperucita entró a la casa y se dirigió al cuarto de su abuelita y lo que se encontró no era precisamente a una dulce ancianita convaleciente.
- Abue… ¿lita?
- Chi, mijita… pacha… pacha… acércate un poquito mach para poder verchte mejor
- Ok, ok –Y la desconfiada Caperucita se acercó a la cama sólo para confirmar sus sospechas-
- Aych mijita, que guchto me da que hayach venido a vichitar a tu pobre abuelita
- Ehhh… si abuelita, pero… pucha, te veo cambiadaza…
- Ech la edad mijita, ya llegarach… a mis añoch una cambia bien rápido…
- Así parece… no hace veinte días que nos hemos visto.
- Ejemm….ejem… suele pachar mijita…
- Hummm… oye abuelita, ahora que te veo bien… pucha, ¡que orejas más grandes tienes!
- Chon para oírte mejor, mijita…
- ¡Y manya! Que nariz más grande tienes
- Ech para olerte mejor, mijita…
- Y esos ojos abue… parecen dos huevos duros de doble yema
- Chon para verte mejor, mijita… aunque tengo miopía…
- Noooo… ¡y esos dientes! ¡Están enormes!
- No seas fresca mijita… no seas fresca… que sales perdiendo…
- ¿Cómo dices?
- No, no… digo que… SON PARA COMERME TODOS TUS PASTELITOS LIBRES DE CONSERVANTES ARTIFICIALES!!!!!
Y el Lobo saltó de la cama y se abalanzó sobre la canasta de la Caperucita Multicolor, que como está en todas (pero lo toma con humildad) no se sorprendió mucho con la develación de la verdadera identidad del impostor. Aprovechando la agilidad motriz que había adquirido por ir a las clases de baile en la “Charles Pradera de acondicionamiento corporal”, logró evadir todos y cada uno de los intentos del pesado Lobo por hacerse con su canasta. En una batalla épica de voluntades y tras casi una hora que les pareció apenas diez minutos por lo intenso de la batalla, un sudoroso Lobo pidió una tregua para ir a tomarse un Free Tea, lo que aprovecho la Caperucita para someterlo con una media Nelson más obstrucción de brazo. Sometido e inmovilizado el Lobo admitió su derrota y le aseguró que ya no intentaría comerse sus pasteles, pero Caperucita estaba más preocupada por su abuelita ya que temía que el Lobo abusivo le haya hecho algo. Con esa preocupación, Caperucita se aprestaba a ajustar más su llave paralizante cuando de pronto se abrió la puerta y entró la abuelita cargando un nuevo horno microondas.
- ¡Hijita! ¿Qué está pasando?
- ¡Abuelita! ¡Estás bien!
- Claro que estoy bien, corazón… me acabo de ganar un nuevo microondas en un sorteo del SATCH
- ¿Sorteo del Satch?
- Sí hijita, ese joven peludo de ahí vino a traerme mis recibos del SATCH y al parecer por haber pagado al día me dieron esto
- ¡¡Plop!!
La Caperucita soltó al Lobo y este le explicó que por merodear tanto en la Escuela de Leyes, había conocido a un Charles Perrault, un funcionario de Asesoría Legal del Municipio y se había hecho su asistente, así que tenía acceso a la base de datos de premiación de los contribuyentes y vio el nombre de la abuelita de la Caperucita, así que pensó en ir a avisarle para poder quedarse en la casa y poder comerse todos los pasteles. La abuelita estaba contenta con su microondas y no le importaba lo que había tramado el Lobo, pero la Caperucita, a quien lo peor que le podías hacer era mentirle, estaba enojada.
- Pucha, Lobo… ¿y por qué no me dijiste que querías tanto comerte otro pastelito libre de conservantes artificiales?
- ¬¬ te dije… y me respondiste que no me invitarías porque eran para tu abuelita…
- Ah verdad… je je je… pero nomás tantito…
- ¬¬ …
- Toma Lobito, porque mi abuelita ya no creo que me haga caso a la canasta… la acabo de ver sacando una pizza del refrigerador… como ahora tiene microondas…
Y la Caperucita compartió los manjares de su canasta con el Lobo Feroz, ambos se hicieron amigos, y como el Lobo conocía todos los recovecos del bosque, le ofreció ser su Lobo Guardián, así cada vez que ella tuviera que salir por esos lares él la acompañaría para cuidarla, y como muestra de su compromiso con ella, le entregó su parche de Hello Kitty, porque no tenía un anillo de plata con la cara de un lobo para entregarle…
Y esta es la verdadera historia, sólo que como el Funcionario del SATCH había permitido el acceso a la base de datos de los contribuyente a personal ajeno a la institución, fue destituido de su cargo y en represalia se encargo de difamar al Lobo contando una historia totalmente diferente en todos los blogs… y como en su versión había intriga, antropofagia, ambición, persecuciones, leñadores armados con filosas hachas, panzas cortadas y un desenlace trágico digno de la primera plana del Norteño… la gente se quedo con esa versión… Pero ahora lo saben… los lobos no son malos del cuento!!!!!...
Bueno… ejemmm…ejemmm… quizá un tanto feroces...
Sólo si se meten con su Caperucita Multicolor…
Caperucita Multicolor vivía en un cómodo chalet adosado con su abuelito, su papá, su mamá, sus dos hermanas y su pequeña Sasha. Eran una familia muy feliz y unida, tanto así que Caperucita a veces dejaba a la pequeña Sasha recostarse en sus aposentos. Sus días pasaban entre su hogar, sus amigos, el “Charles Pradera de acondicionamiento corporal” y sus estudios en la noble “Academia de las Artes Curativas de Sanctoto Rivium”. Era una buena vida, tranquila y apacible.
Una tarde en la que Caperucita Multicolor no tenía que asistir a la Academia, su sacrosanta madre le encomendó la tarea de llevar una canasta con frutas y pasteles caseros libres de conservantes artificiales y grasas trans, a la casa de su abuelita en Sargento Lorestown, pero la instó a apurar el paso, ya que para llegar debía atravesar el bosque, y se comentaba que entre su colorido follaje habitaba un personaje extraño, y que más valía prevenirla ya que podría tratarse de un hombre malo, aunque en realidad era sólo un Lobo pelucón y medio vaguito, que gustaba de comerse la comida de la gente que pasaba por ahí.
Caperucita Multicolor escuchó a su madre, pero no se preocupaba por las advertencias ya que nunca había oído hablar del Lobo feroz en los cuatro años que llevaba pasando por el bosque, ya que esa era la única ruta para llegar a su Academia. Con suma confianza, pero con la humildad por delante, se puso sus botas blancas, un buzo plomo y una caperuza del mismo color, aunque olvidó su collet, pero como ya había salido decidió continuar, total, igual lo recuperaría después.
La bella Caperucita iba caminando entre las plantas que retoñaban con la cercanía de la primera, aunque hiciera más calor que de costumbre porque se acercaba el Fenómeno del Niño. Canturreaba alegre una canción de Marcela Mosqueda, cuando de pronto, así, sin previo aviso, apareció en su camino un Lobo melenudo y con cara de malo, aunque la Caperucita logro advertir que llevaba pegada una calcomanía de Hello Kitty en la basta de sus pantalones.
- ¡Oh! Linda Caperucita… que grata coincidencia el verte de nuevo por este, mi bosque.
- ¿Verme de nuevo? Pero si no recuerdo haberte visto antes, Lobito
- Este… ehmm… ¿Segura? Porque yo voy viviendo seis añazos acá y te he visto algunas veces caminando entre los algarrobos –le dijo el Lobo con cara de palteado-
- ¿En serio? Pucha Lobito, sorry… no me acuerdo haberte visto
- Mmm… es que yo soy de perfil bajo… ejemmm…ejemmm…
- Ahhh… ¿sabes? Me pareeeeeece… me parece, que te he visto antes
- ¡De verdad! –Y el Lobo sonrió ahora con cara de baboso-
- Sí… hummm… ¿tú algunas vez cantaste con el coro de los “Bestias del Bosque” en el aniversario del Sanctoto RIvium?
- ¡Claro!
- Ah ya pues, ahí te debo haber visto
- Bueno, bueno… ¿y qué te trae en esta ocasión por mis dominios? –Le preguntó endulzando melosamente su aguardientosa voz-
- Es que tengo que ir a casa de mi abuelita para dejarle esta canastita con frutas diuréticas y pasteles libre de conservantes y grasas trans.
- ¡Uy que rico! ¿Me invitas un pastelito? –Al tiempo que estiraba su pata para echarle mano un kekito de naranja huando-
- ¡NO! ya te dije que son para mi abuelita
- Mmmm… bueno… pero te recomiendo que vayas con cuidado…
- ¿Y eso?
- Es que en este bosque cuando cae la tarde aparecen muchos hombres malos, y si te ven solita e indefensa, te podrían robar la canasta, secuestrarte, quitarte las córneas para traficarlas en el mercado negro de órganos… cosas así, hay mucha maldad
- ¡Glup!... ¡asu!… este… y no conocerás un caminito –le dijo Caperucita Multicolor, recordando las sabias palabras de su madre sobre los “hombres malos”-… digamos… ¿más seguro?
- Mmmm… mira, si vas de frente por este sendero llegarás a Sargento Lorestown en 15 minutos, justo antes de que caiga la noche y aparezcan los hombres malos
- Muchas gracias Lobito, chévere con el dato, toma, atragántate con gusto –Y le dio ese pastelito de naranja huando al que ya le había tirado lente-
Caperucita Multicolor se alejó dando saltitos apurados por el camino que le había indicado el Lobo Feroz, mientras éste se deleitaba con el postre que le acababan de regalar. De pronto en su peluda cabeza se apareció una idea descabellada (valga la contradicción), iría a la casa de la abuelita de y se haría pasar por ella, así le darían todos los demás pastelitos y las frutas diuréticas… ñum…ñum… Con el cerebro en el estómago el Lobo tomó un atajo secreto llamado “Vía de Evitamiento” y llegó en cinco minutos a la casa de la abuelita de la linda Caperucita.
- Toc…Toc…Toc… -llamó a la puerta-.
- ¿Quién es? –Le contestó una voz amigable desde dentro de la casa-
- Soy un funcionario del SATCH señora, vengo a dejarle los recibos del pago de sus arbitrios para el período 2009-3 –El Lobo había aprendido algo de derecho husmeando entre las ventanas de la Escuela de Leyes de Sactoto Rivium-
- Déjelos por debajo de la puerto, jovencito –La abuelita también estaba en todas-
- Este… no… porque… tiene que firmarme el carguito de recibido, señito.
- Pásalo también por debajo, hijito, lo firmo y te lo devuelvo igual –Nada que hacer, eso es de familia-
- No, no… pero… un toquecito nomás… es que es un libro de registro y no entra por debajo de la puerta –Ahhh, el Lobo también está en algunas-
- Bueno hijito, te abriremos la puerta pues…
La abuelita bien confiada en que se trataba de un recaudador edil, no sospechó que al abrir la puerta entraría el Lobo con un hambre feroz y se encargaría de desaparecerla de la casa, para poder tomar su lugar…
Caperucita Multicolor llegó exactamente a los diez minutos, y para ese entonces todo parecía normal. Se acercó a la puerta y tocó el timbre (era mucha tecnología para el Lobo) cuando oyó desde adentro una voz medio extraña que trataba de sonar como la de una dulce abuelita, pero sonaba más como Gollum del Señor de los anillos… Caperucita dudó al principio, pero recordó que como a ella le choca bastante cuando se enferma de resfrío, quizá su abuelita también estaba malita y por eso sonaba como Melcochita con catarro. Con esa vocación de cuidado a los que tengan resquebrajada su salud, Caperucita entró a la casa y se dirigió al cuarto de su abuelita y lo que se encontró no era precisamente a una dulce ancianita convaleciente.
- Abue… ¿lita?
- Chi, mijita… pacha… pacha… acércate un poquito mach para poder verchte mejor
- Ok, ok –Y la desconfiada Caperucita se acercó a la cama sólo para confirmar sus sospechas-
- Aych mijita, que guchto me da que hayach venido a vichitar a tu pobre abuelita
- Ehhh… si abuelita, pero… pucha, te veo cambiadaza…
- Ech la edad mijita, ya llegarach… a mis añoch una cambia bien rápido…
- Así parece… no hace veinte días que nos hemos visto.
- Ejemm….ejem… suele pachar mijita…
- Hummm… oye abuelita, ahora que te veo bien… pucha, ¡que orejas más grandes tienes!
- Chon para oírte mejor, mijita…
- ¡Y manya! Que nariz más grande tienes
- Ech para olerte mejor, mijita…
- Y esos ojos abue… parecen dos huevos duros de doble yema
- Chon para verte mejor, mijita… aunque tengo miopía…
- Noooo… ¡y esos dientes! ¡Están enormes!
- No seas fresca mijita… no seas fresca… que sales perdiendo…
- ¿Cómo dices?
- No, no… digo que… SON PARA COMERME TODOS TUS PASTELITOS LIBRES DE CONSERVANTES ARTIFICIALES!!!!!
Y el Lobo saltó de la cama y se abalanzó sobre la canasta de la Caperucita Multicolor, que como está en todas (pero lo toma con humildad) no se sorprendió mucho con la develación de la verdadera identidad del impostor. Aprovechando la agilidad motriz que había adquirido por ir a las clases de baile en la “Charles Pradera de acondicionamiento corporal”, logró evadir todos y cada uno de los intentos del pesado Lobo por hacerse con su canasta. En una batalla épica de voluntades y tras casi una hora que les pareció apenas diez minutos por lo intenso de la batalla, un sudoroso Lobo pidió una tregua para ir a tomarse un Free Tea, lo que aprovecho la Caperucita para someterlo con una media Nelson más obstrucción de brazo. Sometido e inmovilizado el Lobo admitió su derrota y le aseguró que ya no intentaría comerse sus pasteles, pero Caperucita estaba más preocupada por su abuelita ya que temía que el Lobo abusivo le haya hecho algo. Con esa preocupación, Caperucita se aprestaba a ajustar más su llave paralizante cuando de pronto se abrió la puerta y entró la abuelita cargando un nuevo horno microondas.
- ¡Hijita! ¿Qué está pasando?
- ¡Abuelita! ¡Estás bien!
- Claro que estoy bien, corazón… me acabo de ganar un nuevo microondas en un sorteo del SATCH
- ¿Sorteo del Satch?
- Sí hijita, ese joven peludo de ahí vino a traerme mis recibos del SATCH y al parecer por haber pagado al día me dieron esto
- ¡¡Plop!!
La Caperucita soltó al Lobo y este le explicó que por merodear tanto en la Escuela de Leyes, había conocido a un Charles Perrault, un funcionario de Asesoría Legal del Municipio y se había hecho su asistente, así que tenía acceso a la base de datos de premiación de los contribuyentes y vio el nombre de la abuelita de la Caperucita, así que pensó en ir a avisarle para poder quedarse en la casa y poder comerse todos los pasteles. La abuelita estaba contenta con su microondas y no le importaba lo que había tramado el Lobo, pero la Caperucita, a quien lo peor que le podías hacer era mentirle, estaba enojada.
- Pucha, Lobo… ¿y por qué no me dijiste que querías tanto comerte otro pastelito libre de conservantes artificiales?
- ¬¬ te dije… y me respondiste que no me invitarías porque eran para tu abuelita…
- Ah verdad… je je je… pero nomás tantito…
- ¬¬ …
- Toma Lobito, porque mi abuelita ya no creo que me haga caso a la canasta… la acabo de ver sacando una pizza del refrigerador… como ahora tiene microondas…
Y la Caperucita compartió los manjares de su canasta con el Lobo Feroz, ambos se hicieron amigos, y como el Lobo conocía todos los recovecos del bosque, le ofreció ser su Lobo Guardián, así cada vez que ella tuviera que salir por esos lares él la acompañaría para cuidarla, y como muestra de su compromiso con ella, le entregó su parche de Hello Kitty, porque no tenía un anillo de plata con la cara de un lobo para entregarle…
Y esta es la verdadera historia, sólo que como el Funcionario del SATCH había permitido el acceso a la base de datos de los contribuyente a personal ajeno a la institución, fue destituido de su cargo y en represalia se encargo de difamar al Lobo contando una historia totalmente diferente en todos los blogs… y como en su versión había intriga, antropofagia, ambición, persecuciones, leñadores armados con filosas hachas, panzas cortadas y un desenlace trágico digno de la primera plana del Norteño… la gente se quedo con esa versión… Pero ahora lo saben… los lobos no son malos del cuento!!!!!...
Bueno… ejemmm…ejemmm… quizá un tanto feroces...
Sólo si se meten con su Caperucita Multicolor…
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