¿Qué hay tras tus ojos negros?… quisiera saber que escondes y te avergüenza tanto que no quieres que vea… quisiera decírtelo con sonidos que salgan de mi boca, pero la tengo ocupada besándote la frente, y dejo a mis dedos decírtelo mientras recorren tu barba desde el borde de tu oreja hasta tu mentón…
Mis manos son pequeñas, siempre esperé que te parecieran tiernas, como las de una niña pequeña que busca el afecto del hombre que es dueño de su mente, alma y cuerpo…
Quizá por eso no puedes entender mis preguntas, quizá porque son pequeñitas como las de una niña las ignoras, las sientes apenas como un roce que perturba el sentido de tu barba de niño que nunca quiso hacerse hombre… ¿No te das cuenta ni un poquito que quiero ver en el fondo de tus ojos negros? Ni un poquito…
Estás dormido sobre mi pecho, el pecho de una niña jugando a ser tu mujer, el pecho de una mujer que quiere ser tu niña, un pecho que más que nada quisiera que fuera realmente tuyo… pero eres distante, como un caballo ahora salvaje que alguna vez estuvo prisionero, como un caballo atrapado a un cepo y alimentado con sobras, golpeado y maltratado, y que ahora tiene miedo a la mirada de los bípedos de falsas sonrisas… ¿Por qué no entenderás que mi sonrisa no es falsa como las que te han dado? Ni un poquito, verdad…
Y aunque no crees que mi sonrisa es real no te detuviste para poseer mi inocencia como un trofeo sobre la cabecera de tu cama, pero yo estaba feliz, por ti por ser yo, por mi por ser tu, por ser inocente…
¿Qué es lo que te hizo frío, cuando sé que tras tus párpados hay un calor que quieres apagar? Yo no soy tu enemigo, no lo somos todas… porque pretender que lo somos y que el amor para ti es una batalla que se gana sobre un colchón sin pronunciar palabra por la mañana…
¿Qué hay tras tus ojos negros? ¿Qué me hace amarte, si amo la dulzura que tienes oculta y jamás muestras? ¿Dónde duerme el niño que llora con el acorde de una canción? Porque quisieras que no lo vea, si cuando duermes a mi lado me buscas asustado en mitad de la noche y me abrazas como rogando que no te deje solo… eres un niño que jamás quiso crecer… Tenías el corazón de un niño, y a fuerza de querer arrancártelo tú mismo, lo has hecho volverse pequeño…
¿Ese es el efecto de crecer?... forzar a que se encoja tu corazón…
¿Hasta que me dejes ver tras tus ojos negros cuando los tengas abiertos, amaré al niño que me los muestra cuando se recuesta en mi pecho con sus ojitos tristes muy cerrados?… Quizá para siempre… o quizá… Ni un poquito… ¿verdad?
1 comentario:
Una prosa interesante.
Persevera.
Saludos.
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